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Mejor con los clásicos: el análisis del empate en Lugo y la situación del Real Oviedo

Lugo mostró a un equipo irreconocible de inicio que mejoró tras mutar a un sistema más natural en un paso en corto por el objetivo del play-off

Viti, con Lebedenko y Cuéllar. | Área 11

Encara el Oviedo la recta final de la competición con una pugna entre lo que quiere ser y lo que muestra sobre el césped. La intención de Ziganda es la de construir un equipo sólido de espíritu camaleónico, capaz de adaptar su sistema a las exigencias del guion. De ahí los frecuentes cambios de dibujo en los últimos tiempos. La realidad, sin embargo, muestra que el equipo parece por momentos confuso con tanto cambio. Sucedió en el inicio del choque de Montilivi y volvió a pasar en la primera parte del Anxo Carro, donde los azules firmaron 45 minutos para olvidar.

Reaccionaron después los del Cuco, ya con los futbolistas de más talento y un dibujo más tradicional sobre el verde. El Oviedo encajó y respondió, una fórmula ya vista varias veces este curso y que deja la duda de qué hubiera sucedido con otro planteamiento de primeras. La suma de factores mantiene al Oviedo en la pelea por el play-off, que este año va camino de tener un precio caro. Después de Lugo, un poco más complicado: por la sensación de oportunidad perdida, porque la distancia se pone en 6 puntos y porque las dudas futbolísticas no se disipan.

En el Anxo Carro se vieron dos equipos muy diferentes. El del primer acto, con tres centrales y carrileros, trató de frenar las acometidas del Lugo y sorprender al espacio. Logró, más o menos, lo primero, y los gallegos no inquietaron demasiado la meta de Femenías. Pero, salvo un disparo de Lucas en posición franca, poco se supo de los azules en ataque.

Mejoró el asunto tras el descanso, a pesar del gol encajado a balón parado, uno de los déficits del equipo como el propio Ziganda reconocería en la sala de prensa. Porque el Oviedo, entonces sí, formó con un equipo más reconocible. Con Viti y Borja Sánchez fijando a sus marcadores en los flancos y Mier dinamizando al equipo en el medio. Tres de los más destacados ante el Valladolid que en el Anxo Carro se quedaron fuera del once. Quedó constancia que los de Ziganda estuvieron más acertados cuando se acercaron a su versión más clásica de la temporada. Ese parece el guion a seguir a partir de ahora.

Sorprendió la inclusión de tantas piezas nuevas en el once por el momento del curso en el que se dio. Parecía una prueba más típica de septiembre u octubre que del sprint final de la competición.

Con diez fechas por disputarse, el Cuco ya sabe con qué actores puede contar en esta recta final. Hay opciones a las que ya no se les espera. Jirka contó con una oportunidad, después de mucho tiempo, en el once y no fue capaz de aprovecharla. Rama dejó detalles pero el desenlace del campeonato no parece el momento más oportuno para periodos de adaptación. Tarín, aceptable, tampoco se le ve capaz de asaltar un puesto, el de central, en buen recaudo con Costas y Calvo.

La parte más positiva es que quedan 30 puntos en juego y el Oviedo está en condiciones de pelear el play-off. Lo tiene a seis puntos, ahora de la Ponfe, a quien le tiene ganado el gol-average particular. Estar entre los seis primeros exige un paso adelante, el que se lleva reclamando a este Oviedo desde los primeros compases de campeonato. A falta de diez jornadas sigue pendiente.

Las matemáticas no engañan: el equipo está obligado a mantener un ritmo sobresaliente de puntos si quiere ganarse un boleto al play-off. No parece que por debajo de los 64-65 puntos clásicos de los últimos años se pueda optar al premio más goloso. Al Oviedo le toca ganar por rutina en casa y rascar lo que pueda fuera. Dejar las dudas a un lado, soltar lastre y lanzarse a por su presa.

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