La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El bisturí del Oviedo: el "Almirante" marca el rumbo y aleja al equipo de la depresión

El conjunto azul azul somete al Granada en un ejercicio que lleva el sello de Cervera, ganador de la tarde

Aficionados del Oviedo protestan al árbitro tras la expulsión de Aceves. | Irma Collín

28 % de posesión. Tres tiros a favor y 16 en contra. Con un hombre menos desde el minuto 40. 1-0. Primera victoria de curso con un gol de jugada. Y un sentir general al final: "¡¡Uffffff!!". Triunfo de "almirantismo", de "cerverismo" y de todos los ismos del técnico del Oviedo tras un bingo agónico y heroico ante el gallito Granada que lleva sin duda el sello del entrenador: morder en las áreas. Como lobos en la propia y como cazadores en la rival. El guineano-canario-cántabro consiguió una victoria de aúpa. De las de salir del Tartiere como un niño con zapatos nuevos. Así fue: varios aficionados le agradecían su papel tras el partido. "Gracias, míster". Porque vaya victoria azul. La necesitaba la plantilla, depresiva de un tiempo a esta parte.

La necesitaba la directiva, con líos inexplicables de trasteros y encima sin sumar de tres. La necesitaba también la afición, a la que no se le puede pedir más. La necesitaba, en fin, todo el oviedismo, justo cuando los fantasmas de hace tres temporadas ya se veían venir a la vuelta de la esquina. La victoria es estimulante por partida doble: un chute de oxígeno para la moral del grupo que además viene muy bien para la clasificación que muchos no miran, pero ahí está. El equipo pone tierra de por medio con el descenso –tres puntos son una distancia sideral en Segunda– cuando viene el parón por la Copa. Oportunidad perfecta para descansar, resetear en positivo y además recuperar lesionados. ¿Habrá punto de inflexión?

Enrich, gol y mensaje

No es Enrich un tipo que pase desapercibido. En los entrenamientos se hace notar. Hombre activo en las redes, también da que hablar fuera del campo. Ayer salió por Bastón –se fue cabizbajo– y vivió su día más especial hasta la fecha con la camiseta del Oviedo. El menorquín metió un golazo de bandera al Granada con un genial tacón tras un centro de Lucas. El Tartiere se volvió loco. Él también. Fuera de sí, lo celebró como si no hubiese mañana. Normal. Miró a la grada y dejó un claro mensaje: "Aquí estoy yo", dijo Enrich, que lleva dos goles de bella factura. En el reinado de Bastón, asoma Enrich, fichaje de Bolo y siempre con mucho que decir.

Un joven hincha, animando. | I. Collín

Bronca sin precedentes al árbitro

Muchos aficionados lo comentaban en el descanso: no se escuchaba una bronca como la de ayer a un árbitro desde hace muchos años. El Tartiere estalló contra el valenciano Caparrós Hernández, que expulsó a Aceves en el primer tiempo tras un forcejeo con Callejón. El VAR no intervino y el estadio azul la tomó con el colegiado. Tras la roja, pasó a ser el hombre más odiado del estadio. En la pantalla gigante del Tartiere se instó a los aficionados a abstenerse de descalificaciones, lo que caldeó todavía más el ambiente. Pero lo gordo llegó cuando Caparrós pitó el descanso del partido tras seis minutos de añadido. El Tartiere fue un clamor contra el juez, a gritos de "fuera, fuera", con la mayoría del público de pie y pañuelos en la grada. La cosa no cambió en la segunda parte e incluso espoleó a los jugadores. Para felicidad azul nadie se acordará del árbitro.

Lucas, el agitador

Sin Borja ni Koba, de los jugadores más alegres, casi no hay en el Oviedo jugadores que improvisen. Que cambien el ánimo del respetable con un regate o una carrera. Podría ser Marcelo, pero... Mientras tanto, el papel de agitador, con permiso de Obeng, muy activo ayer, recae en Lucas. Sobre todo, en el Tartiere. El lateral derecho dio ayer media victoria ante el Granada. No solo fue la asistencia, que también. Su despliegue fue de aúpa. Tan pronto aparecía de extremo izquierdo como de delantero centro. El Tartiere le reconoció el mérito. Miguelón lo tendrá muy complicado.

Punto para el entrenador

El plan de Cervera no iba nada mal: partido igualado, el Oviedo bien plantado y con toda la segunda parte por delante. La roja a Aceves echó por traste todo lo ensayado y el "Almirante" tuvo que improvisar. Al descanso sacó a Jimmy por Obeng, pero el cambio también impulsó una muda de sistema. Luismi se ubicó de central en un esquema de cinco defensas, tres medios y un solo delantero. Cervera demostró que el movimiento fue acertado, porque el Oviedo aguantó estoico con diez, con una solidez meritoria pese a la inferioridad numérica. El Granada tocaba y tocaba cerca del área, pero no encontraba vías. No había boquetes en el barco azul y los remeros de Cervera achicaban y achicaban hasta el premio final. Salvo al final del partido, casi ni sufrió el equipo azul. Puntazo para el entrenador.

Compartir el artículo

stats