El origen del Monasterio de Cornellana protagoniza el primer acto del Milenario

El historiador Fernández Conde da una lección magistral en el RIDEA sobre un centro de poder que es clave en la Historia monástica asturiana

Por la izquierda, Andrés Martínez Vega, Isidro Sánchez, Javier Fernández Conde, Arturo García, párroco de Cornellana; Sergio Hidalgo, Ramón Rodríguez y Pablo León.

Por la izquierda, Andrés Martínez Vega, Isidro Sánchez, Javier Fernández Conde, Arturo García, párroco de Cornellana; Sergio Hidalgo, Ramón Rodríguez y Pablo León. / Irma Collín

Tino Pertierra

Tino Pertierra

La Historia es un pozo sin fondo de historias fascinantes cuando es un sabio quien la cuenta. Eso hizo ayer el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo Javier Fernández Conde en la sede ovetense del Real Instituto de Estudios Asturianos para abrir los actos de celebración del milenario del monasterio de San Salvador de Cornellana, en pleno proceso de restauración. Arrancó con Fernández Conde un ciclo de conferencias tituladas "Huellas milenarias en el monacato astur", coordinado por Andrés Martínez Vega. Su propuesta, "El monasterio de San Salvador de Cornellana: geografía e historia", llenó el salón de actos y entre el público no faltaron autoridades políticas, religiosas y culturales, como el alcalde de Salas, Sergio Hidalgo, el director general de Cultura y Patrimonio, Pablo León, y el presidente de la Fundación Valdés-Salas, Isidro Sánchez.

Fernández Conde –presentado como "figura señera del medievalismo"– se felicitó de que el monasterio salense, "muy importante", esté en proceso de rejuvenecimiento. "Da gusto pensar en lo mucho que mejorará porque había mucha necesidad". Y es que, destacó, "no hay ningún monasterio en Asturias con una fecha de origen tan precisa".

Estudiar un lugar de dominio señorial obliga a hacerlo no solo desde un punto de vista económico: hay que apelar también a la vida social, a la resonancia religiosa de un centro monástico. Fernández Conde busca una "visión globalizadora" con las vidas de quienes allí estuvieron. Tiene Cornellana un rasgo memorable: su gran acervo cultural. La memoria que pervive. Fernández Conde, a modo de investigación sobre misterios en algunos casos por resolver, trazó teorías sobre las razones por las que el monasterio se fundó en ese lugar preciso, en la confluencia entre los ríos Nonaya y Narcea. "Significativo". Y tanto: la geografía como andamiaje económico. Cornellana, entre la montaña y los ríos; Cornellana, entre la Asturias industrializada y la agrícola. Vegas regadas por dos ríos, cadenas montañosas: agricultura y ganadería. "Incluso hubo cultivo del tabaco", apuntó el historiador.

Consecuencia: un lugar propicio para una comunidad monástica en un terreno fértil. Se puede volver la vista atrás, muy atrás: hacia el paleolítico, el neolítico o la época de los metales... Y la presencia de Roma, claro. De Villa Cornelia (en honor a un señor de nombre Cornelio, "poseso con tierras de cierta importancia") se llegaría a Cornellana.

Puentes junto a los que resolver pugnas reales (la batalla final de la guerra civil entre los partidarios de Nepociano y Ramiro I que dio la victoria a este último), ermitas a las que llegaban barcos por el Narcea siempre que no hubiera crecidas... Y llegamos a un punto esencial en la exploración histórica: los centros de poder que surgieron en torno a Cornellana. La iglesia de San Esteban de Alava es uno. Sumemos Quintoños con su pasado de familia gallega: mucho poder político al fondo. Y San Martín de Salas, sí, es un lugar clave. Como fundamental es el personaje de Cristina Bermúdez, hija del rey Bermudo II de León y su primera esposa, la reina Velasquita Ramírez. Fundadora de los monasterios de Corias... y Cornellana. El relato de Fernández Conde no olvidó las relaciones con la poderosa abadía de Cluny.

No olvidemos el futuro: ¿qué podemos hacer con el monasterio de Cornellana cuando esté restaurado? El ejemplo de Corias, apuntó, es "magnífico" como parador de prestigio. Fernández Conde precisó que Cornellana nunca dependió del monasterio de Obona (a pesar de los intentos de algún rey de que se unieran, "fue una pena que no sucediera"). Y tanto.