Mientras que algunas frutas exóticas como el plátano, el aguacate o la piña se han convertido en parte de nuestra dieta para perder peso y todo el mundo sabe cómo comerlas, hay otras que aún no nos han conquistado. Entre ellas hay una fruta que con demasiada frecuencia se subestima e ignora. Estamos hablando de la papaya. ¿Cuántas personas no han comido nunca una papaya, o desconfían de ella y no saben cómo prepararla? Pero esta fruta tiene mucho potencial, y además de ser un concentrado de nutrientes, es una auténtica delicia.

La papaya es originaria de América Central, donde la población local la conoce y utiliza desde hace siglos. Hoy se cultiva en muchas zonas templadas y tropicales de todo el mundo y ahora también ha llegado a nuestros supermercados. Pero muchos la dejan en las estanterías porque no saben cómo comerlo. Y eso es una pena. De hecho, esta fruta es un concentrado de vitamina C que deberíamos incluir en nuestro carrito de la compra. 100 gramos de papaya contienen unos 60 mg de vitamina C y 140 mg de potasio. Esta fruta es también una excelente fuente de antioxidantes que nos ayudan a prevenir el envejecimiento celular. Pero, ¿cómo se consume?

La papaya sola puede no ser de nuestro agrado. Tiene un sabor muy delicado, sobre todo si es importada y, por tanto, probablemente no se haya recogido cuando está madura. Por ello, su mejor uso es en ensaladas, batidos y licuados, donde da lo mejor de sí, además de aportar un bonito color naranja brillante a nuestras preparaciones.

También está deliciosa en el horno o en la sartén

Pero mucha gente no sabe que la papaya también se puede comer cocida. Una receta muy popular y fácil es la papaya al horno. Basta con cortar la fruta por la mitad, retirar las semillas con una cuchara, espolvorear con azúcar moreno, pimienta y jengibre y hornear a 180 grados durante una media hora. Después se puede rociar con una generosa cantidad de zumo de limón y servir. La papaya también es una excelente guarnición. Sólo hay que cortarla en pequeños trocitos cuadrados y saltearla con un poco de aceite, un diente de ajo, sal, pimienta y guindilla.