La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Otras sexualidades, otros cuerpos

La enfermera y profesora Andrea Rodríguez analiza el cambio en las relaciones de pareja de los lesionados medulares: “El sistema sanitario debería estar más presente”

Andrea Rodríguez Alonso, con un ejemplar de su tesis doctoral. Ángel González

En una sociedad todavía reacia a debatir abiertamente la sexualidad fuera del ámbito “normativo”, la enfermera y profesora universitaria Andrea Rodríguez Alonso (Oviedo, 1986) ha logrado un sobresaliente “cum laude” por su tesis doctoral “Sexualidad en hombres y mujeres con lesión medular traumática”. Su trabajo recoge casi un centenar de cuestionarios y entrevistas a afectados asturianos de los que cabe extrapolar –explica la investigadora– dos conclusiones básicas: la necesidad de normalizar una sexualidad menos centrada en el coito y en la penetración, y la importancia de involucrar al sistema sanitario en el proceso de adaptación de este tipo de pacientes. “La mayoría se informan por internet o a través de otros lesionados, pero las enfermeras, por nuestro papel educador, deberíamos estar más presentes”, señala la experta.

La lesión medular traumática

La lesión medular traumática, explica Rodríguez, es aquella que se produce por causas sobrevenidas, por cualquier tipo de accidentes, por lo que la persona afectada debe superar un proceso de adaptación a sus nuevas circunstancias que puede prolongarse durante años. “Los ingresos hospitalarios tienden a ser bastante largos, pero la idea que transmiten los pacientes es que desde el sistema sanitario nunca se llega abordar realmente la cuestión de la sexualidad. La atención se centra, sobre todo, en lo físico, y en parte también en lo psicológico, pero para informarse sobre sexualidad los afectados recurren, principalmente, a internet y a otras personas con lesión medular que les explican cómo ha sido su proceso”, señala la enfermera.

El gremio de la enfermería señala Rodríguez, se erige como la “la figura ideal” para empezar a romper mitos: “Las enfermeras, con nuestra función educadora, podríamos estar más presentes en este proceso. Siendo aún estudiante, roté en una planta de lesionados medulares y ellos, al verme más joven, me preguntaban sobre este tema porque no sabían a quién recurrir. Me había quedado con ese detalle todos estos años”.

Los lesionados medulares desarrollan un modelo erótico más amplio, no tan centrado en el coito y en la penetración, que pasa a ser una práctica más dentro de un mundo de posibilidades mucho mayor

decoration

Aclara también Rodríguez que una lesión medular puede manifestarse de diferente manera incluso en los afectados con traumatismos similares: “Podría decirse que la médula espinal son muchos cables. En lesiones muy parecidas puede haber posibilidades diferentes. Damos por hecho que un lesionado medular no puede tener erecciones u orgasmos, pero no es así necesariamente. Hay personas con más y menos sensibilidad, pero nuestro imaginario social tiene una visión muy limitada de este tema”. Un problema común, sin embargo, sigue siendo el de las barreras arquitectónicas, aún presentes en espacios cotidianos. “Si la discoteca de moda no está adaptada para todo tipo de usuarios, una persona con diversidad funcional queda automáticamente expulsada del espacio en el que todos sus amigos suelen ligar”, recuerda la investigadora, quien también sostiene que aún hoy “existe una clara falta de referentes”. “Como sociedad, no estamos concienciados porque no vemos el problema. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido en nuestra pandilla de amigos a una persona en silla de ruedas o que no ve u oye bien?”, se pregunta.

El abordaje sexual: volver a conocer el propio cuerpo

“No hay muchos estudios sobre sexualidad en lesionados medulares. Y los que hay están muy centrados en el funcionamiento de los genitales y, en general, en las limitaciones que sufren estas personas. No se suele recoger ni las potencialidades que pueden tener ni cómo resulta esa adaptación al nuevo cuerpo, que antes funcionaba de otra manera y exige una readaptación”. Entiende la experta que la mayoría de los estudios previos sobre la materia se centran en una sexualidad “reduccionista, centrada en el coito y en la penetración”, y que eso obliga a los afectados a redescubrir su sexualidad por canales de información ajenos al sistema sanitario. “Una de las conclusiones más extendidas de este trabajo es que falta un acompañamiento sanitario en todo el proceso”, indica la enfermera.

El tabú de los complejos

Esta falta de información y esa visión “reduccionista” de la sexualidad –según recoge la investigación de la académica ovetense– hace que los lesionados medulares tengan que afrontar problemas de autoestima que la enfermera resume así: “Para los hombres, esos problemas suelen estar muy relacionados con la pérdida de fuerza y la idea de la figura de protector familiar que temen perder. En las mujeres, son más comunes los problemas de relaciones con la imagen corporal, con la percepción de dejar de ser deseables”. Y añade: “Cuentan también que al principio ven su cuerpo como el ‘otro’, como algo que no reconocen. Su cuerpo antes hacía cosas que ahora no hace y comienza a hacer cosas que antes no hacía. Tienen que reconstruir su forma de relacionarse con los demás, pero también con ellos mismos”.

Una oportunidad para ampliar horizontes

Sin embargo, las entrevistas y cuestionarios de esta tesis reflejan que este tipo de eventos traumáticos puede suponer también una puerta de entrada a otro tipo de relaciones. “Las lesiones medulares traen limitaciones, pero también potencialidades. En las entrevistas, los afectados explican que ahora se centraban más en el disfrute de su pareja, que ya no tenían tanta prisa, y que eso les permitía un mayor goce a ambos”, relata la investigadora. “Desarrollan un modelo erótico más amplio, no tan centrado en el coito y en la penetración, que pasa a ser una práctica más pero dentro de un mundo de posibilidades mucho mayor. Muchos contaban que sus parejas les decían que eran mejor las relaciones con ellos que con otras personas sin lesión medular”, completa.

Este cambio de perspectiva, para la investigadora, brinda una oportunidad de concienciación para toda la sociedad. “La sexualidad que tenemos ahora mismo está muy basada en la competición: más tiempo, más grande, más todo. Esa competición, que es capacitista y coitocentrista, supone una limitación para todos nosotros, no solo para lesionados medulares”, señala Rodríguez, que concluye: “Creo que es una de las conclusiones más interesantes de la tesis: la necesidad de ampliar nuestro modelo de sexualidad, también para quienes no tenemos ningún tipo de diversidad funcional, para que la buena sexualidad no implique ser joven y tener buen cuerpo. Todos vamos a ganar años y vivir en cuerpos distintos a lo largo de nuestra vida”.

Compartir el artículo

stats