Así funciona la primera barrera para detener los suicidios en Asturias

El centro coordinador de emergencias de La Morgal atiende un creciente volumen de llamadas por intentos de quitarse la vida

"Hay personas que cuando llegamos, solo con nuestra presencia, ya se sienten mejor", relatan los sanitarios

Miguel Ángel Jiménez  y Eugenio Martínez.

Miguel Ángel Jiménez y Eugenio Martínez. / Luisma Murias

José Luis Salinas

José Luis Salinas

La llamada entra a través del 112 y el que está al otro lado del hilo es, por lo general, un familiar, un amigo o el propio paciente que está sufriendo una crisis suicida o que, directamente, ya ha intentado quitarse la vida. Sea por el método que sea. Se activan todas las alarmas. "El 112 es el que nos avisa, son llamadas que se suelen priorizar y que hay que gestionar con mucha delicadeza porque los pacientes psiquiátricos necesitan de un trato especial, tienes que ser muy empático con ellos. Especialmente cuando el que llama es el propio paciente que tiene ideas de suicidio", expone Eugenio Martínez, médico de la UVI móvil de Oviedo y del centro coordinador de emergencias. Luego, comienza la intervención, cuando los servicios de emergencia se ponen en macha con el objetivo de salvar vidas.

Es un trabajo en el que intervienen varios servicios de emergencias en cadena y que necesita que todo esté perfectamente engrasado. Además, el número de casos –constatan estos profesionales de la salud– ha ido incrementándose notablemente durante los últimos años. Ahora hay muchas más y el que llama es cada vez más joven. Miguel Ángel Jiménez, enfermero de la UVI móvil de Oviedo, llama a diferenciar entre "la salud mental de la población, con o sin diagnóstico psiquiátrico, y la atención médica, nuestro objetivo en la tentación de suicidio está centrado en la parte de la urgencia, no tanto del trabajo en la base, pero hay que tenerlo en cuenta".

Instalaciones del centro  coordinador de  emergencias de La Morgal. | LUISMA MURIAS

Instalaciones del centro coordinador de emergencias de La Morgal. / Luisma Murias

Con el objetivo de mejorar esta atención, el centro coordinador de La Morgal (Llanera) –que centraliza este tipo de casos– ha preparado unas jornadas de intervención en crisis suicidas para profesionales de emergencias. Se celebrarán el próximo día 26. "Los objetivos consisten en tener un abordaje uniforme de este tipo de pacientes y en unificar pautas de actuación que sean similares", asegura Marta Martínez del Valle, coordinadora en funciones del centro coordinador de emergencias. Luego, "cada situación es tan personas e individualizada que resulta complicado". Y apunta también la "gran colaboración que tenemos con el 112, que es la puerta de entrada de este tipo de casos".

Como trabajadores de emergencia, agrega Jiménez, "lo que nos preocupa es la situación". Y profundiza el enfermero: "Aquí entran muchas llamadas y no siempre se moviliza una UVI móvil. Siempre se moviliza algo: un médico de atención primaria, una ambulancia... pero resulta difícil valorar el riesgo por teléfono. Por eso siempre vamos a actuar, pero en función de la gravedad que estimamos de la tentativa de suicidio mandamos un recurso u otro". La UVI actúa en los casos más graves. "Tenemos un aumento claro de intervenciones en tentativas de suicidio, pero es complicado de cuantificar, la sensación es que hay muchos y que hay más".

Eugenio Martínez puntualiza que, en función de la persona que llama, la forma de abordar el caso es distinta. Por lo general, "cuando llaman los familiares, lo hacen muy nerviosos y hay que intentar calmarlos". Ese es el primer paso. "Si el familiar está presente", asegura Jiménez, "tienes ya presente un recurso que está protegiendo al suicida". Cuando el que llama es la persona que quiere suicidarse, la actuación se complica. "Por teléfono, sin verse la cara, es muy difícil, pero tenemos que hacer un trabajo de contención para que otros compañeros muevan los recursos", apunta Eugenio Martínez. Y anota: "Cuando llama la persona que se quiere suicidar, muchas veces no tenemos la dirección y es muy difícil. Es importante la labor de la persona que coge el teléfono para que pueda sacarle información".

La cosa cambia cuando se está cara a cara con el paciente. Ahí es cuando entran en acción Jiménez y Martínez. "Allí ya puedes hablar con él, puedes interactuar", apunta el primero. Tienen que tomar decisiones en muy poco tiempo. "Lo primero es tranquilizar. Si es un suicidio consumado, la familia va a estar muy alterada. Y si es un intento de suicidio, el paciente lo va a estar. Muchas veces, cuando entramos, notamos algo de rechazo que tenemos que vencer, y la mayoría de las veces lo conseguimos".

Para hacer caer esa barrera, Miguel Ángel Jiménez asegura que lo más importante es "no juzgar ni la conducta ni el discurso e idea de suicidio que verbalice la persona". Martínez agrega: "Es fundamental que se sientan acompañados y protegidos por nosotros. Hay personas que, cuando llegamos, ya se sienten mejor, solamente con nuestra presencia. Luego hay que actuar en función de lo que haya ocurrido".

Otra estrategia es validar la situación emocional del paciente. Lo hacen con gestos, con silencios, con palabras, con el contacto físico cuando se lo permiten. Depende del caso. "Hay veces que el paciente te empieza a hablar y le escuchas, le haces preguntas e intentas que siga hablando. Hay otros que intentan mantenerse en silencio y eso también es muy respetable". La mayoría acaba hablando y contando abiertamente su problema. "Intentamos que la familia esté un poquito más tranquila", asegura Jiménez. "El caso más típico es el de una intoxicación medicamentosa. A partir de ahí empezamos a aplicar tratamientos", asegura. Las tasas de éxito son muy altas. La mayoría de los intentos son leves.

Lo que echan de menos es una mayor presencia de psicólogos en las unidades de emergencia. "Sería un recurso muy útil el tener a alguien que se pudiera desplazar con nosotros y hacer frente a situaciones muy difíciles, y los profesionales de la salud mental son los que están preparados para ello", aseguran.

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