El SIBO o cuando las bacterias proliferan en el intestino: las claves que debes conocer

Las pruebas diagnósticas deben limitarse a personas con factores de riesgo y la interpretación de los resultados de los test deben hacerla especialistas médicos

El SIBO o cuando las bacterias proliferan en el intestino: las claves que debes conocer

El SIBO o cuando las bacterias proliferan en el intestino: las claves que debes conocer

Sabino Riestra

Sabino Riestra

Sabino Riestra es especialista de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)

Microbiota intestinal

La Real Academia de la Lengua define microbiota como "flora microscópica que reside en un organismo". En nuestro intestino habitan bacterias, virus, hongos, arqueas y parásitos, y todos ellos conforman la llamada microbiota intestinal. El desarrollo de la microbiota intestinal comienza durante el parto, cuando el recién nacido contacta con los microorganismos de la madre. La microbiota participa en el metabolismo de hidratos de carbono no digeribles (celulosa, pectina) y de algunos fármacos, en el desarrollo del sistema inmunitario y en el mantenimiento de las células epiteliales del colon. Una microbiota sana es aquélla que mantiene una cantidad de microorganismos adecuada en el intestino delgado (menos cantidad de bacterias) y en el colon (más cantidad de bacterias), y que presenta una gran biodiversidad (es decir, tiene una gran variedad de bacterias). El término disbiosis se refiere a una alteración en la composición de la microbiota intestinal, tanto en el número de bacterias como en la diversidad de las mismas. Así, en algunas enfermedades, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, existe una disbiosis (menor cantidad y menos variedad de bacterias) que contribuye a su desencadenamiento.

¿Qué es el SIBO?

SIBO significa sobrecrecimiento bacteriano intestinal, y es un acrónimo del inglés "small intestinal bacterial overgrowth". Es un proceso en el cual hay un exceso de bacterias en el intestino delgado que, al degradar residuos de la fibra, azúcares, proteínas y grasas, van a generar diversas sustancias, entre las que destacan los gases (hidrógeno y metano), que son los causantes de los síntomas más frecuentes del SIBO: dolor y distensión abdominal, diarrea o estreñimiento, aumento de ruidos intestinales y meteorismo (flatos). En formas graves puede haber disminución de algunas vitaminas y minerales.

Factores predisponentes para tener SIBO

El contenido de bacterias en el intestino delgado puede aumentar por el paso de bacterias desde el colon (por ejemplo en pacientes con enfermedad de Crohn que han necesitado cirugía en la que se resecó la válvula ileocecal), y también por una disminución de movimientos propulsivos del intestino delgado (por ejemplo en casos de vagotomía, pseudo-obstrucción intestinal, esclerodermia, enfermedades neurodegenerativas, toma de fármacos opioides). Otras situaciones que se han relacionado con mayor riesgo de SIBO son aquéllas en las que hay una disminución de la producción de ácido gástrico (algún tipo de gastritis y fármacos antisecretores gástricos), lo cual favorece el crecimiento de bacterias en el intestino delgado.

¿Con qué se puede confundir el SIBO?

Los síntomas del SIBO son inespecíficos, y son los mismos que en otras enfermedades digestivas, como el síndrome de intestino irritable (SII), la distensión abdominal funcional o la enfermedad celiaca no diagnosticada. En el SII de predominio diarrea el riesgo de presentar además un SIBO es tres veces mayor que entre los que no tienen SII. Sin embargo, no hay evidencia de que el SIBO sea el causante de los síntomas del SII, pues hay entre un 10 y un 20 por ciento de la población general sin síntomas digestivos, que también van a dar positivo en las pruebas de SIBO.

¿Cómo se diagnostica el SIBO?

La prueba más objetiva para diagnosticar un SIBO es el cultivo de líquido intestinal aspirado del yeyuno. Cuando en el cultivo se objetivan más de 103 o 105 unidades formadoras de colonias por cada mililitro, se habla de SIBO. Esta prueba no se hace habitualmente al ser costosa, invasiva para el paciente (precisa realizar una endoscopia digestiva alta o colocar una sonda desde la boca hasta el yeyuno) y no estar estandarizada. Las pruebas diagnósticas que se han generalizado –por no ser invasivas y su bajo coste– son las que detectan hidrógeno (H2) o metano (CH4) en el aire espirado (test del aliento). Estos gases son formados al fermentar las bacterias intestinales ciertos sustratos (nutrientes) que se le dan previamente al paciente. Los sustratos que se usan son glucosa (50 g) y lactulosa (10 g) que, en el caso de exceso de bacterias en el intestino delgado, son fermentados aquí y generan un aumento rápido de H2 o CH4 en el aliento. Los inconvenientes de estos test son que tienen falsos negativos (no detectan todos los casos de SIBO) y falsos positivos (diagnósticos erróneos), siendo en general más precisos los test basados en sustrato de glucosa. Así, los resultados están influenciados por una inadecuada preparación antes de realizar la prueba (no deben usarse antibióticos 2-4 semanas antes, hay que estar en ayunas, con una dieta baja en fibra y en hidratos de carbono fermentables 24 horas antes, y suspendiendo tabaco y ciertas medicaciones como antiespasmódicos, procinéticos, opioides, antidepresivos y laxantes, al menos una semana antes), y por variaciones, fisiológicas o no, en el tiempo de tránsito oro-cecal (tiempo que tarda el contenido alimenticio en llegar al colon). Si el contenido intestinal llega rápido al colon, las bacterias de éste fermentan los nutrientes y generan gases que dan un resultado positivo falso de SIBO.

¿Cómo se trata el SIBO?

Si se puede, deben evitarse desencadenantes como fármacos que enlentecen el tiempo de tránsito intestinal, pero muchas veces esto no es posible (cirugías previas, enfermedades sistémicas o degenerativas). En la práctica clínica se usan antibióticos no absorbibles como la rifaximina, con resultados muy variables, dependiendo de la dosis y duración del tratamiento, así como de la forma de evaluar la efectividad (mejoría clínica, o negativización del test del aliento). En formas graves, pueden necesitarse antibióticos de efecto sistémico y de amplio espectro, así como realizar varios ciclos de antibióticos. No deben recomendarse como tratamiento del SIBO dietas de exclusión de azúcares (dieta baja en FODMAP) pues, aunque pueden mejorar inicialmente los síntomas, son difíciles de seguir y acarrean deficiencias nutricionales y alteraciones en la microbiota. Tampoco el uso de probióticos ha demostrado ser efectivo en el tratamiento.

Recomendaciones sobre el SIBO de las sociedades científicas.

Las formuladas por la Sociedad Española de Patología Digestiva y la Asociación Española de Neurogastroenterología y Motilidad son las siguientes:

  1. La mayoría de las personas con síntomas digestivos inespecíficos (meteorismo, diarrea ocasional, distensión) no tienen SIBO, y no se recomienda el uso generalizado de test diagnósticos en estos casos.
  2. Restringir las pruebas diagnósticas a personas con factores de riesgo como cirugías intestinales previas o enlentecimiento del tránsito intestinal.
  3. La interpretación de los resultados de los test deben hacerla especialistas médicos.
  4. Debe evitarse el uso sistemáticos de antibióticos en personas con trastornos funcionales como el SII.

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