La Nueva España de Siero

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En La Fresneda "vieya" ya no falta de nada

El Ayuntamiento ejecuta la segunda fase de la conducción del abastecimiento de agua en el pueblo, con un plazo de tres meses y una inversión de 89.022,71 euros

Por la izquierda, el presidente de la Plataforma Vecinal de la Fresneda Tony Gómez, el nuevo gerente de aguas Vidal Gago, el técnico de la empresa Carlos Muñoz, la técnico municipal Leire Gabilondo, el teniente de Alcalde Alberto Pajares y el concejal de Infraestructuras Javier Rodríguez mirando el nuevo conducto para el agua.

El río Noreña parte La Fresneda en dos. Aunque realmente son dos lugares distintos y pegados que tienen el mismo nombre: el pueblo o "la vieya", y la urbanización o "la nueva". "Nosotros no tenemos nada en contra de ellos, pero es verdad que estábamos aquí antes. Me da un poco de rabia que no se nos conozca", afirma, conciliadora, María Pérez, que aunque no nació en el pueblo ya lo siente como suyo. Su casa está en el centro, en lo que hace de plaza - varias casas haciendo un semicírculo, un suelo asfaltado y un pequeño fragmento de acera- y dice que ahora, que arreglan "lo del agua", en el pueblo se vive muy bien: pueden salir a la calle en zapatillas y en su jardín nunca les molesta nadie.

Con "lo del agua" se refiere a la renovación de la conducción del abastecimiento, cuya segunda fase visitó ayer por la mañana la plana municipal: el concejal de Infraestructuras Javier Rodríguez; el primer teniente de Alcalde Alberto Pajares; el recién nombrado gerente de aguas, Vidal Gago, que afrontaba ayer su primer acto oficial en el cargo; la técnico municipal Leire Gabilondo y el presidente de la Plataforma Vecinal de La Fresneda, Tony Gómez, acompañados de Carlos Muñoz, técnico de la empresa adjudicataria.

Mientras caminaban, los obreros continuaban su trabajo, que durará tres meses. Con un carril cortado al tráfico y dos obreros en medio de la calzada con carteles, para poder sustituir la antigua tubería, la que le quitaba el sueño a los vecinos de La Fresneda, por una más grande y de polietileno. Así hasta los 320 metros de obra, a los que se suma una acera de color rojo para peatones y ciclistas. El total de la inversión: 89.022,71 euros. No es una enorme inversión, pero contenta a María Pérez y al resto de los 140 vecinos a los que se dará servicio.

"Abrías el agua del grifo y de ahí no salía nada. Un día cualquiera. Y claro, eso no puede ser. Era muy necesario", recalca, bajándose de su coche. "El problema era que ahí usaban mucha, porque un poco más abajo hay una residencia y ahí al lado un centro de menores; y claro, las averías eran más que frecuentes. Pero por el resto, están bien", añade.

El paisaje no tiene nada que ver con la otra Fresneda, ni tampoco el tipo de vida: no hay hileras de chalets adosados, sino que cada casa tiene diferentes formas, colores y parcelas de prao de diferente tamaño. El nombre de la urbanización viene del pueblo, pero ellos "nunca le quisieron quitar nada a nadie", repite con frecuencia Tony Gómez, presidente de la Plataforma Vecinal. El de la otra, de "la vieya", tiene muchos más años y procede de la cantidad de fresnos que había por esa zona. Por poner un ejemplo, la casa de María Pérez fue construida en 1907.

Pero las dos Fresnedas parecen ir en diferentes direcciones. La urbanización en 20 años casi duplicó su población: pasó de los 2.471 a los 4.419 habitantes (según el Sadei, datos del 2000 y 2020 respectivamente). El pueblo, sin embargo, bajó; allí vivían 173 personas en el año 2000 y los últimos datos que se registran son de 142, que es alrededor de un 18 por ciento menos.

La renta media de un vecino en "la Fresneda vieja", según el Instituto Nacional de Estadística, también es menor: de 18.550 euros en el 2018, los últimos datos tomados antes de la pandemia. Los datos de la urbanización se dividen en tres partes. La zona central, donde la renta es más alta y alcanza los 26.950, que es también la mayor del concejo; 25.550 en la parte inferior y 24.850 en la superior. No obstante, todas superan la media de Siero: 17.850 euros.

"Es otra vida, cada zona tiene sus peculiaridades. Aquí estamos bien comunicados y en el centro de todo. Tenemos supermercados cerca y hace dos años ya que nos llegó la fibra. Solo teníamos problemas con lo del agua, que ya se está solucionando", subraya la vecina de la zona más antigua. Eso sí, reclama que aunque la urbanización crezca, no se olviden de ellos. También están ahí, y desde hace más tiempo. Aunque, ahora, no tienen "nada que reprochar", insiste.

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