Oviedo, Javier NEIRA

Una nueva vacuna puede acabar con las infecciones de citomegalovirus que afectan al menos al 70 por ciento de la población de los países avanzados. Los resultados de la prometedora investigación se deben a la labor del científico Thomas Johnson, de la Universidad de Colorado (EE UU).

Efectivamente, el citomegalovirus, un agente microbiano que se contrae a una edad muy temprana, en la infancia, acelera el envejecimiento del sistema inmunológico y deteriora a quien lo padece, especialmente en los últimos años de su vida. Pero como ha indicado Beatrix Grubeck-Loebenstein, directora del Instituto de Biomedicina para Estudios del Envejecimiento de Innsbruck, la nueva vacuna puede acabar con este problema tan extendido y tan silencioso.

El citomegalovirus comúnmente pasa desapercibido, pero, según los estudios más recientes, las personas afectadas se ponen más fácilmente enfermas y en general su estado de salud es más delicado que el propio de personas que no son portadoras del virus.

Quizá lo peor y lo más significativo de la infección es que la expectativa de vida se acorta, ya que desde la juventud los infectados tienen que luchar contra ese inquilino latente, lo que afecta a la resistencia de su sistema inmunológico. Sin embargo, esta infección tan generalizada socialmente se puede remediar con la nueva vacuna.

El rector de la Universidad de Medicina de Innsbruck, Clemens Sorg, ha dicho al respecto que la ciencia más que aspirar a prolongar la vida humana pretende reducir los períodos de enfermedad, de modo que los pacientes puedan vivir con dignidad los años de la vejez. Existen antecedentes o pruebas paralelas que tienen ciertas características similares a la vacuna que se anuncia, salvando de todos modos muchas distancias. En efecto, se ha conseguido mediante ingeniería genética prolongar la vida de unos nematodos, gusanos que viven hasta cinco veces más que lo normal gracias a las modificaciones, lo que aplicado al hombre significaría una vida cercana a los 500 años.

El citomegalovirus es un agente biológico de gran tamaño relativo, que infecta las células y provoca su crecimiento anómalo. Por lo general, la infección se produce ya a la edad de 2 años. En la adolescencia está generalizada. Pero muchas personas están infectadas durante muchos años sin ni siquiera saberlo. El virus usualmente no causa problemas más que a largo plazo. Sin embargo, puede causar problemas en un recién nacido si la madre contrae la infección durante el tiempo de embarazo.

El virus se propaga a través del contacto directo con los líquidos corporales de una persona infectada: saliva, sangre, orina, semen o leche materna. Puede transmitirse por vía sexual. El lavado cuidadoso de las manos con agua y jabón puede ayudar a prevenir la propagación.

Comúnmente la infección no da síntomas y si se producen son similares a los que produce la mononucleosis: dolor de garganta, fiebre, dolor de cabeza y cansancio. Las personas con sistemas inmunes debilitados porque tienen el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o porque recibieron un trasplante de órganos pueden, sin embargo, tener síntomas graves.

Puesto que el virus por lo general no causa síntomas, el médico de cabecera no suele detectarlo. Los pacientes con VIH deben asegurarse de informar al médico si tienen episodios indoloros de visión borrosa, si ven puntos negros que se mueven sólo en un ojo, destellos de luz, puntos ciegos, o si tienen una sensación de falta de aire.

En el caso de que el sistema inmune esté debilitado se pueden utilizar varios medicamentos distintos para tratar la infección por el citomegalovirus. Como es un virus los antibióticos no funcionan. Si el sistema inmune es normal, deberá ser capaz de controlar la infección por sí solo.