Carmen Blanco es presidenta de la asociación vecinal «San Juan Bautista», de Celles, y lleva años reivindicando la recuperación del edificio. Celles es una parroquia que, curiosamente, pertenece a dos municipios, el de Siero y el de Noreña. En total agrupa a cerca de 200 habitantes. Afirma que el Ayuntamiento de Siero «no tiene ningún interés en el asunto» y recuerda que «hace años intentó comprar el palacio pero, al no conseguirlo, yo creo que no quiere saber nada». Desde el año 2007 Carmen Blanco envía cartas de denuncia a las administraciones local y regional: «Lo único que queremos es que se cumpla la ley».

El profesor de la Universidad de Oviedo, Aitor Casal, lleva años investigando la arquitectura palaciega rural de la zona central asturiana, tema de su tesis doctoral. Celles entra de lleno en su trabajo.

«El origen del edificio es bajomedieval, muy probablemente del siglo XV». Hubo añadidos posteriores, uno a mediados del XVI y, posteriormente a lo largo del siglo XVII. «La crujía sur está documentada del año 1668 en adelante».

El abandono de Celles viene de largo. El historiador Fausto Vigil, en un trabajo para el Instituto de Estudios Asturianos, ya lo reseñaba en los años veinte del pasado siglo. cincuenta años más tarde lo denunciaba el profesor Germán Ramallo. Asegura Aitor Casal que el palacio «es un edificio muy llamativo. Su propia traza sería destacadísima en cualquier contexto urbano. Su planimetría es muy buena».

Apunta el historiador que el abandono de Celles «fue muy temprano, quizás a mediados del siglo XVIII», cuando lo normal es que edificios de este tipo hubieran perdido su carácter residencial a lo largo del XIX. En Celles, junto al peligro cierto de derrumbe, las fuentes escritas son muy parcas.

El momento álgido de Celles llega a mediados del siglo XVII, cuando la historia del palacio aparece vinculada a todo un personaje, Pedro Argüelles de Celles, por entonces deán de la catedral de Santiago de Compostela. Una hermana suya, Juana Teresa, se casó con un Navia Osorio, y fruto de ese matrimonio el palacio entró a formar parte del marquesado de Santa Cruz del Marcenado.

Se cuenta que la casona fue cuartel de las tropas napoleónicas en una de sus entradas en el Principado, a partir del año 1809. La historia es sugerente, pero el presente es desolador. El patio interior central se cae, y las columnas que lo circundan sostienen apenas un suspiro de lo que fue el primitivo entramado de madera. Las vistas aéreas del edificio muestran la herida principal en la techumbre, pero también otra que va a más en la torre izquierda de la fachada principal.

De «caso sangrante» lo calificaba en 2005 el director del Museo de Bellas Artes, Emilio Marcos Vallaure. Sangrante pero de difícil solución porque Celles está donde está (si estuviera en la calle Uría, en Oviedo, su estado sería otro, y su propiedad quizá también). Las posibilidades se reducen, mientras el deterioro avanza. Una excelente escalera de piedra llegaba en su día a la primera planta, hoy ya desaparecida; así que los escalones conducen a ningún sitio, metáfora perfecta para definir la situación general de una joya del barroco civil asturiano.

Así están las cosas. Pero en medio de la ruina ha surgido un rayo de esperanza. El Principado de Asturias informaba el pasado jueves que la propiedad del edificio ha comunicado haber encargado la redacción de un proyecto de intervención arquitectónica y rehabilitadora en el palacio.