La duquesa de Alba casó de mayor y, de paso, anima al ser humano a seguir con un punto vital sin mirar la edad. Es bueno. Vitalidad, energía, ganas. Unos lo hacen con deporte, otros con ejercicios mentales, otros leyendo y otros casándose. A la duquesa se le tiene cierto respeto desde el pueblo llano. Debe de ser porque va por libre; porque se saltó los modales de la nobleza. La duquesa siempre esquivó, con firmeza y finura, el primer mandamiento de los de su clase: Nobleza obliga. Nada. Se acaba de saltar a la torera y por sevillanas tal orden protocolaria. Casi todo quisque critica el enlace, y, sin embargo, es objeto de sesudos análisis. Esto es como las audiencias de televisión. Aquel viejo comentario de las encuestas: «Yo veo los documentales de La 2». No. Todos vemos de todo y, sobre todo, este tipo de «paseos rosa». Ya arrasó con las audiencias televisivas la boda de Kate y Guillermo de Inglaterra (que tampoco vio nadie) y, seguro, que entre documental y documental, la mayoría vio a Cayetana. Será la reina de la parrilla.