Oviedo, P. Á. / Efe

El científico Carlos López Otín añadió ayer a sus vitrinas uno de los pocos galardones de ámbito nacional que le faltaba por conquistar. El catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo fue distinguido con uno de los Premios Nacionales de Investigación correspondientes a 2008, el de Biología.

El Ministerio de Ciencia e Innovación reconoce de este modo algunas de las prominentes contribuciones no sólo puramente investigadoras, sino también conceptuales, del investigador oscense afincado en Asturias: el descubrimiento y caracterización de proteínas implicadas en diversos procesos fisiológicos y patológicos, especialmente en cáncer y envejecimiento. Hallazgos que han dado lugar al «Degradoma», denominación que ya campea en una porción sustancial de la literatura científica mundial y que está abriendo nuevos caminos a multitud de grupos de los cinco continentes.

«Estoy muy contento porque éste es el máximo galardón institucional de la ciencia española», declaró Otín a LA NUEVA ESPAÑA, minutos después de que la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, le comunicara por vía telefónica la decisión del jurado y le trasladara la felicitación del Gobierno central.

Los otros premiados son Carlos Belmonte (Medicina), María Vallet (Ingenierías), Francisco Javier Laporta (Derecho y Ciencias Económicas y Sociales) y Aurora Egido (Humanidades). Carlos Belmonte también está vinculado a Asturias en virtud de su colaboración con la faceta investigadora del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega. Cada uno de los galardonados recibirá 100.000 euros.

El premio recibido por Carlos López Otín lleva el nombre de Santiago Ramón y Cajal, Nobel de Medicina en 1906. Le llega en un momento de particular trascendencia en su carrera profesional: con 50 años recién cumplidos, se dispone a acometer -junto a los especialistas más destacados del mundo- la secuenciación de los genomas del cáncer, un proyecto de extraordinaria complejidad al que España ha podido incorporarse gracias, en buena parte, a la solvencia que el catedrático de Oviedo y su equipo han demostrado con sus publicaciones de los últimos 15 años. «Me abruma ver la nómina de premiados de este galardón, empezando por Severo Ochoa y continuando por Margarita Salas, ambos asturianos», indicó el científico.

La candidatura de Otín llevaba el aval de colegas de prestigio incontestable, tales como el catalán Joan Massagué y el mexicano de origen asturiano Arturo Álvarez-Buylla, ambos asentados en relevantes centros investigadores de Estados Unidos.

Las investigaciones de Carlos López Otín (Sabiñánigo, Huesca, 1958) se articulan sobre un triple eje: el cáncer, el envejecimiento y el estudio de genomas que han arrojado luz sobre el proceso evolutivo de la especie humana.

El catedrático y su grupo han firmado, en los últimos años, contribuciones del máximo nivel en las revistas científicas más destacadas del mundo, varias de ellas en «Nature».

¿Qué hay de común entre las diversas investigaciones de Otín? «Tratamos de explicar la vida y la enfermedad a través de estudios moleculares. Empezamos con el abordaje de los mecanismos de progresión del cáncer. Vimos que cualquier estudio sobre el cáncer requería un análisis mucho más profundo de todo. Y nos llevó a estudiar la evolución humana, el genoma humano global, y en particular el degradoma: la parte del genoma que construye proteasas, codificadas por más de 600 genes, muchísimos más de los que se pensaba».

«Nuestro inesperado hallazgo de que una mutación en una sola de estas proteasas generaba un proceso de envejecimiento acelerado nos llevó a realizar estudios sobre esta cuestión, los cuales a su vez nos han permitido encontrar nuevas conexiones moleculares entre el envejecimiento y el cáncer».