Palma, Miguel MANSO

Rafael Tallón sirvió la comida al hombre que disparó a Juan Pablo II. El turco Mehmet Alí Agca salió de la cárcel y en 48 horas ya ha vaticinado el fin del mundo y se ha proclamado el «Cristo eterno». El magnicida frustrado siempre fue un tipo singular. Rafael Tallón tuvo oportunidad de comprobarlo porque Agca se hospedó en el hotel donde todavía trabaja como camarero, el Flamboyan de Magaluf. Entre el 25 de abril y el 9 de mayo de 1981 le llevó a la mesa el desayuno, la comida y la cena. A los cuatro días de abandonar Mallorca, el terrorista tiroteó al Papa en la plaza de San Pedro.

«Daba muy buenas propinas y cuando se le acercaban las inglesas, las rechazaba», rememora Tallón, quien mantiene un recuerdo muy fresco del fanático religioso. «Era simpático. Se comunicaba con nosotros en inglés. Como daba muy buenas propinas, le reservábamos una mesa junto a la ventana, al fondo del comedor. Lo extraño es que siempre se sentaba mirando a la pared». Pero lo que realmente mortificaba a los empleados del hotel era la actitud de Alí Agca con las mujeres. «Era un hombre bien parecido, atlético, moreno. El encargado de recoger las tumbonas pensaba que Agca era homosexual porque pasaba de ligar», relata Tallón. Durante su estancia en Magaluf no mostró signos de una profunda religiosidad que justificara su desinterés por el sexo. Simplemente, se comportaba como un asceta en el templo de la diversión. «Sólo bebía refrescos y nunca bailaba».

Al margen de las teorías sobre el atentado de Juan Pablo II, la CIA menciona en un informe el encuentro del periodista con Tallón. El testimonio actual del camarero casi es calcado al de hace treinta años. «Una Pepsi cuesta 35 pesetas. Cuando nos pedía una Pepsi, él daba 1.000 pesetas y nunca cogía el cambio». Esta generosidad del turco la corroboraron los empleados de un restaurante contiguo. Agca cogió una habitación con vistas a la calle. Por las mañanas tomaba el sol en la playa y por las noches jugaba a las tragaperras. El protagonista de esta historia era un desequilibrado mental, según los médicos, que dejó muchas preguntas sin respuesta.