Gijón, E. G.

Para el profano, una esponja natural es eso, ni más ni menos. Para el investigador, dentro del mundo de estos invertebrados acuáticos hay especies, subespecies y géneros. La EPI-001, la sustancia proveniente de las esponjas de Papúa Nueva Guinea atesora además una sorpresa.

«El EPI-001 se extrajo de una esponja, pero es un compuesto de origen industrial, pensamos que como consecuencia de un proceso de contaminación relacionado con el tráfico marítimo. Es muy posible que las esponjas bioacumularon y lograron transformar estos compuestos. Algo que les era tóxico, lograron mejorarlo», explica Javier García, que viene de familia de químicos. Su hermano Rubén García y su primo José Ignacio García Alonso se mueven en el ámbito de la Universidad de Oviedo en diferentes líneas de investigación y docencia como químicos analíticos.

Los dos organismos implicados en la investigación de la EPI-001, liderados por Marianne Sadar y Raymond Andersen seguirán trabajando en simbiosis contra uno de los cánceres más habituales entre los hombres: «Las terapias actuales se basan en eliminar la producción de hormonas masculinas, pero las células tumorales son capaces de reaparecer, es como si se volvieran independientes, y a partir de ahí los pronósticos empeoran».

Javier forma parte de un laboratorio con apenas doce investigadores, entre los que hay canadienses, norteamericanos, italianos y chinos, además del español, quien se está sacando la licencia de submarinista científico para oficializar un futuro trabajo de recogida de muestras en el mar.

Hace tres años que el químico asturiano llegó a Canadá tras su estancia posdoctoral en Irlanda. Está contratado como investigador asociado y de momento no se plantea cambiar de aires. Lo apasionante de la investigación en curso le mantendrá en su puesto al menos a corto plazo. La idea de los organismos protagonistas de la investigación del EPI-001 es crear en el futuro una spin-off, empresa que recoja los frutos inmediatos de lo conseguido en el laboratorio.

«Hasta llegar a la FDA, el organismo norteamericano que da el visto bueno a cualquier fármaco, pueden pasar años. Es un filtro muy exigente. Es preciso ir superando fases, muchos proyectos se quedan en el camino porque, además, estamos hablando de procesos muy costosos».