Oviedo / París, J. N.

Un grupo de investigadores del Centro para la Cooperación Internacional en la Investigación Agrícola para el Desarrollo (CIRAD), de Francia, ha secuenciado el genoma del árbol de cacao, lo que permitirá mejorar su productividad. Al año se obtienen unos 3,7 millones de toneladas de cacao. En EE UU han logrado una hazaña similar con las fresas salvajes.

Para llevar adelante el trabajo los científicos se centraron en una variedad del árbol de cacao que es considerada la de mayor calidad, la denominada «criollo». Es una especie que, se asegura, fue descubierta por los mayas hace 3.000 años y es de difícil cultivo, porque tiene propensión a las infecciones.

Los científicos franceses identificaron 28.798 genes en el árbol del cacao. Entre ellos, están los que influyen en factores clave para la comercialización, como el sabor, el olor y el color del chocolate, y los que determinan el nivel de antioxidantes, de gran importancia para la salud. Gracias al estudio, publicado en la revista «Nature Genetics», se podrán crear variedades más resistentes a las plagas y mejorar la calidad del preciado alimento.

La variedad del árbol denominada «criollo», la más exquisita y delicada, sirve para producir chocolates negros de alta calidad y manteca de cacao, claves para la industria de los cosméticos y alimentos. En la actualidad la participación de esta planta en la producción total es sólo del cinco por ciento.

En cuanto a las fresas salvajes, el consumo fue común hasta mediados del siglo XVIII, cuando fue reemplazada por la fresa cultivada, la «Fragaria annassa», que produce frutos más grandes. Kevin Folta, de la Universidad de Florida (EE UU), y sus colegas han secuenciado la variedad salvaje y consideran que sus resultados, también presentados en la revista «Nature Genetics», serán muy importantes para los cultivos en el futuro. El genoma permitirá identificar los genes que confieren resistencia a las enfermedades, como la provocada por el hongo «Verticillium dahliae», un patógeno del suelo que marchita las fresas cultivadas y otras plantas similares. Aunque ya se han desarrollado variedades resistentes, no suelen satisfacer las exigencias de calidad de los consumidores.

Además, «es importante secuenciar el genoma de la fresa salvaje, porque esta planta está estrechamente relacionada con varios productos agrícolas», como manzanas, melocotones, peras y frambuesas, así como con las rosas, explica Dan Sargent, científico del Consejo de Investigación en Biotecnología británico.