Oviedo, Eduardo GARCÍA

No son necesariamente escolares de altas capacidades, pero sacan buenas notas y han demostrado alto rendimiento, interés y mucha motivación en sus estudios. Conforman el retrato robot de los 150 alumnos de 15 centros asturianos que el viernes finalizaron la experiencia didáctica «Profundiza», la primera de estas características que se pone en marcha en Asturias.

Desde enero hasta ahora, en las mañanas de los sábados, los escolares han participado en un programa piloto que tiene pinta de mantenerse en el tiempo. «A los que quieren más caña, pues les damos caña», explican muy gráficamente en el departamento de Participación y Orientación Educativa. La caña es académica, se entiende. Aprenden en horario extraescolar lo que el sistema no enseña en las horas lectivas oficiales, lo que no está en el programa.

Aprenden a hacer un robot, por ejemplo; o a meterse en las tripas de un ordenador, a sacarle partido a una máquina digital, a crear su propio blog, a programar estrategias matemáticas para ganar siempre en algunos juegos de mesa, conectarse a tiempo real con el satélite Meteosat o a generar proyectos empresariales. Son alumnos que cursan desde tercero de Primaria a segundo de Bachillerato y segundo de ciclos formativos de FP. Los 150 chavales fueron seleccionados desde sus propios centros escolares atendiendo a un perfil determinado, ese que responde al alumno muy motivado al que se le queda corto el programa oficial y que tiene ganas de aprender cosas nuevas.

Provienen de cinco centros públicos de Gijón, cuatro de Oviedo, dos de Siero, y uno de El Entrego, Sama, Sotrondio y La Felguera. «En general, colegios e institutos que ya habían puesto en marcha proyectos singulares de enriquecimiento escolar fuera de horario», explica la jefa de servicio de Orientación Educativa, Ángela Fernández. Fueron seleccionados por los propios profesores. «Se buscaban alumnos buenos, con familias que están a ello, preocupadas y concienciadas». También ellas, las familias, tuvieron que currárselo porque muchos padres tuvieron que ejercer de «taxistas» de fin de semana para sus hijos.

Es el caso de los de Ángel López Medina, de Serantes (Tapia de Casariego), que cada 15 días acompañaban a su hijo a la zona central asturiana donde se desarrollaban las actividades. Las de Matemáticas, donde estaba apuntado Ángel, en el Centro de Profesores de Gijón. Los traslados merecieron la pena: «me gustó la experiencia porque no eran actividades de libreta y apuntes». Ángel López estudió cuarto de la ESO en el IES Marqués de Casariego, en Tapia. Ahora quiere abordar el Bachillerato tecnológico apuntando hacia estudios superiores relacionados con la Informática.

Más fácil lo tenía Darío de la Puente, un ovetense que estudia cuarto de la ESO en el IES Aramo y que valoraba «lo entretenido» de unas clases especiales que obligaban a un mayor esfuerzo. «Fue como una ampliación de lo que aprendíamos en el Instituto, con temas muy variados». Se funcionaba en grupo, a base de fichas y compartiendo información.

«No se trata de ir por delante de los compañeros», aclara José Luis Álvarez, profesor del IES número 5 de Avilés y monitor de uno de los cursos, «sino de ofrecerles contenidos complementarios». Cuestión de calidad más que de cantidad.

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