Unas semanas después de que la Consejería de Cultura decidiera reanudar la actividad arqueológica en el castro del Chao Samartín, después de más de tres años de desencuentros con el alcalde de Grandas de Salime, los resultados están siendo espectaculares. El hallazgo en la domus (vivienda romana de porte nobiliar que identifica el rango social de su propietario) de restos de pinturas romanas de «entidad excepcional», de repertorio amplio y variado, y de una época que abarca desde el siglo I hasta el IV d.C, están convirtiendo a este yacimiento, tras más de veinte años de investigación, en una fuente inagotable de información sobre un período de la historia de Asturias que, en su origen, se remonta a la Edad del Bronce final, unos 800 años antes de la llegada de Roma.

Es la primera vez que se localizan en Asturias testimonios de pintura parietal romana, que tampoco son frecuentes en el norte de España. Ángel Villa, director del proyecto de investigación y arqueólogo de la Consejería de Cultura, destacaba ayer, en declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, los aspectos fundamentales del hallazgo: «La entidad de los restos es excepcional por su abundancia y por la calidad del depósito, así como por la pericia de los artesanos, probablemente procedentes de talleres itálicos o del valle del Ebro, y reflejan una sociedad que, en el resto de Asturias, es prácticamente desconocida, que es la de las clases privilegiadas, los que se trasladaron aquí desde Roma y los locales que hicieron de intermediarios entre el poder romano y la población indígena».

Adolfo Rodríguez Asensio, director general de Patrimonio y decidido impulsor de esta nueva fase de investigación en el castro, no ocultaba su alegría. «El hallazgo, en parte, era esperado porque cuando excavas un yacimiento tan rico siempre puedes esperar resultados positivos, pero el hecho de encontrar pinturas murales altoimperiales es un hallazgo de primerísima fila para Asturias. Nos anima a continuar y certifica que acertamos en retomar el tema del Chao en cuanto a limpieza, restauración, reconstrucción y actuaciones arqueológicas, que significa continuar una labor iniciada hace más de veinte años».

Los trabajos en el Chao se retomaron, según relata Ángel Villa, con el proyecto de consolidar las estructuras murales y la instalación de hiladas superiores de protección sobre las testas de los muros. Fue al liberar la tierra para poder trabajar cuando se constató que algunas cargas no sólo eran murales sino que conservaban restos del programa ornamental. «Por primera vez nos enfrentamos a la posibilidad de recuperar paneles completos cuando, hasta ahora, trabajábamos con los fragmentos de los derrumbes. En este caso, las pinturas están en su sitio y la estructura ornamental puede ser reconocida. Supone un avance notabilísimo en el conocimiento de los patrones estilísticos que se utilizaron en el castro», explica Villa.

Olga Gago Muñiz, conservadora-restauradora y autora del primer informe sobre el hallazgo, cree que el grueso de la pintura presente en la casa se elaboró principalmente durante la primera mitad del siglo I, que se correspondería con el momento de la construcción de la domus. Algunas reformas posteriores, en las que se observa la monocromía de los muros y el gusto impresionista en la pincelada de la decoración del tímpano, parecen de época Flavia (69-96).

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