Los resultados económicos trimestrales que acaba de presentar Apple -las ventas han caído un 14% con respecto al año pasado- han hecho saltar todas las alarmas en torno al gigante tecnológico de Cupertino, una de las empresas de mayor capitalización bursátil del mundo (540.000 millones de dólares). Ahora la pregunta es: ¿estamos ante el final de la era dorada de la empresa creada por Steve Jobs, convertida en ejemplo de firma innovadora y de marca de culto?

Primero, las cifras presentadas por Tim Cook, consejero delegado de Apple y sucesor de Jobs en el trono de la manzana. Los beneficios de la compañía para el tercer trimestre se situaron en los 7.000 millones de euros, con unas ventas trimestrales de 38.500 millones de euros. Los datos suponen un descenso del 28% en la cifra de beneficios netos y un 14% en la de ventas si se compara con los datos del mismo trimestre del año anterior. En aquel momento, Apple registraba unos beneficios netos de 9.738 millones de euros y unas ventas de 45.150 millones de euros.

Las ventas de su producto estrella, el iPhone, se desploman: un 15% menos que en el trimestre anterior. Aún así Apple vendió 40,39 millones de unidades en estos últimos tres meses. Aunque las acciones de la compañía subieron un 7% tras la presentación de resultados, acumulan una desvalorización del 15% en el último año. Pese a estos datos desfavorables, Tim Cook destacó el "muy exitoso lanzamiento" del iPhone SE y aseguró que estaba "muy ilusionado por la respuesta de los clientes y los desarrolladores al software y a los servicios" que anunció la compañía en junio pasado.

Esta pequeña dosis de optimismo del cabeza visible de la compañía no es compartida, ni mucho menos, por otros analistas, que empiezan a pensar hasta qué punto la marca de la manzana tiene un gusano dentro. ¿Dónde está el problema? En el producto más vendido: el iPhone. El 53% de sus ingresos dependen de este teléfono inteligente cuyo margen de beneficio es extraordinario. Merrill Lynch estima que los componente de un iPhone 6S de 64 GB suponen un gasto de 234 dólares, lo que supone un beneficio de 515 dólares por terminal. Aunque hay quien explica parte de la caída de las ventas en que los adictos a Apple están reservando su dinero para la salida en otoño del iPhone 7, lo cierto es que el consumidor chino (el principal mercado de la marca) ya no parece tan dispuesto a pagar esas cantidades por un producto que no resulta tan innovador como antaño. Las marcas orientales como Xiaomi o Huawei ofrecen una calidad equiparable por mucho menos dinero.

Parece que Apple ha perdido su liderazgo innovador y sus últimos lanzamientos, como el Apple Watch, no han tenido el impacto esperado. Pero aún posee enormes fortalezas. Primero, es una marca icónica. Segundo, cuenta una legión de seguidores que se comunican y viven en un entorno cerrado, del que Apple saca extraordinarios márgenes de beneficios. La compañía, según informaba ayer el diario "Expansión", ha vendido 2.000 millones de dispositivos y tiene 700 millones de usuarios activos en todo el planeta, de ahí que el margen de crecimiento de los servicios que pueden prestar a través de sus distintas aplicaciones puede ser un extraordinario motor para salvar a la manzana que Jobs creó.