"He aprendido historia con mi cámara, todos nosotros somos historiadores en tiempo real", proclamó el fotoperiodista James Nachtwey, premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades, poniendo el objetivo en el medio centenar de colegas con los que mantuvo ayer un encuentro en el teatro-auditorio de Pola de Siero. Para abrir ojo, mostró una colección de fotografías suyas sobre el asedio talibán de Kabul (Afganistán) de 1996 que enlazó con imágenes de los atentados del 11-S en Nueva York con el fin de mostrar que "hay vínculos muy directos". Esa fue la primera lección para historiadores en tiempo real.

No somos inmunes a lo que pasa en el mundo. Natctwey destacó que "los miembros de la sociedad occidental tenían conciencia de lo que ocurría en el mundo islámico porque los periodistas les abrían los ojos, pero pensábamos que éramos inmunes a lo que allí pasaba". Según el fotoperiodista todo cambió con el 11-S. "Entonces nos dimos cuenta de que todo está conectado. Estados Unidos comenzó a formar parte del mundo y lo mismo pasó con Europa tras los atentados, ahora vemos lo que pasa cuando no se escucha el sufrimiento en esos países islámicos, cuando no se presta ayuda. Ahora nos salpican las consecuencias y de algunas de ellas somos responsables".

Lo importante no es la foto, sino lo que consigue. El fotoperiodista norteamericano, que lleva 35 años viviendo como un nómada de guerra en guerra, afirmó que siempre ha pretendido que su trabajo tuviera un valor social. "La fotografía es lo de menos, lo importante es lo que puede conseguir", reveló Nachtwey tras destacar la importancia de mantener siempre el compromiso de informar.

Hay que ayudar a ser generoso. Natctwey está convencido de que la gente quiere ser generosa. "Si les informas de lo que está pasando en el mundo les abres un canal para expresar esa generosidad", señaló el fotógrafo antes de destacar "el importante poder de la prensa, que sirve para vender, pero también para dar".

El oficio nunca fue fácil. Antes de vivir de sus imágenes, el fotoperidista de Siracusa, licenciado en Historia del Arte, trabajó como friegaplatos y como camionero. Ayer escuchó con paciencia en Pola de Siero las quejas de sus colegas españoles sobre las estrecheces del oficio y las dificultades para ejercerlo. Él persiguió "de forma radical y sin tregua" ser fotoperiodista. "Mi profesión, mi vocación, siempre ha sido difícil, pero el mundo necesita lo que hacemos y siempre encontraremos el camino para poder seguir, para sobrevivir".

No hay que avergonzarse por no ir a Siria. El que ha sido testigo de guerras en El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Líbano, Israel, Haití, Uganda, Chechenia, Ruanda, Afganistán o los Balcanes aseguró ante sus compañeros de profesión que "no hay motivos para sentir vergüenza si un periodista occidental decide no acudir a sitios como Siria porque, casi seguro, acabará secuestrado". Nactwey afirmó que profesionales con muchísima experiencia y muchísimos contactos en esos lugares ya no van "porque el secuestro es una manera de afirmarse contra el mundo occidental instrumentalizado a los periodistas". No obstante, añadió que "siempre habrá fotógrafos que asuman el riesgo, profesionales locales que sean valientes y gente que con su móvil nos ayude a visualizar lo que pasa en esos países que no están totalmente aislados".

El formato también cuenta. Para mantener a flote las fotos de calidad en el "mar de imágenes" triviales que inundan las redes, Nachtwey incidió en la necesidad de mejorar la presentación. "Hay que crear nuevos formatos tanto on-line como impresos que nos ayuden a distinguir las buenas imágenes del resto".

Además de fotógrafos, emprendedores. El premiado con el "Princesa de Asturias" de Comunicación 2016 reconoció que revistas como "Time", para la que trabaja, cada vez tienen menos presupuesto y menos páginas para grandes reportajes gráficos. Por eso, ahora, para vivir del fotoperiodismo "no sólo se necesita compromiso, pasión, disciplina, talento y capacidad de trabajo, también se necesita ser emprendedor porque el mecenazgo ha desaparecido". Nachtwey, que acumula facturas de trabajos sin cobrar porque nunca encuentra tiempo para enviarlas a sus clientes, afirmó que el dinero nunca ha sido una motivación para él. "Yo he tenido la suerte de trabajar para revistas cuyos editores han creído en mí. Me dejaron correr y yo lo hice; pero ahora un fotoperiodista que empieza tiene que crear su propio modelo de negocio y, la verdad, yo creo que no valdría para ello".

La importancia de las pequeñas victorias. En sus viajes como "freelance", como enviado de la revista "Time Magazine" o como asociado de agencias como Black Star, Magnum o VII Photo, Nachtwey nunca regresó a casa con las manos vacías. "No he hecho viajes infructuosos, siempre he obtenido material aprovechable, pequeñas victorias que es a lo que debemos aspirar para no sentirnos desesperados".

Las fotos, con seguro de vida. Manuel Barriopedro, que trabajó durante más de 40 años en la agencia "Efe" y ganó el premio World Press Photo por la imagen que ilustró el golpe de estado de Tejero, confesó ayer en Pola de Siero que, ahora retirado, tiene dificultades para recopilar su obra porque buena parte de sus fotos de agencia están sin firmar. Le preguntó a Nachtwey si él tiene decidido dónde depositar su trabajo cuando su cámara deje de disparar y el fotoperiodista norteamericano le mostró lo que se podría denominar como el seguro de vida de sus fotos. "Me preocupaba mucho ese tema. Cuando trabajaba con carretes dedicaba mucho tiempo a archivar y he seguido haciéndolo en digital. Se puede decir que tengo un archivo bien organizado que ahora está depositado en una universidad que vela por su conservación y que me paga una beca por seguir alimentándolo y etiquetando las fotos", explicó Nachtwey, que recomendó a todos los fotoperiodistas que se planteen, por adelantado, el futuro de su obra.

Los planes son secretos. Varios asistentes al encuentro preguntaron a James Nachtwey por su planes a corto y medio plazo. No consiguieron sacarle ni una sola pista. Guarda con celo su hoja de ruta, sus objetivos. "Nunca hablo de mis planes. Muestro todo lo que hago cuando ya está acabado". Ni más ni menos que lo que ayer hizo durante más de hora y media en Pola de Siero.