Estreno mundial ayer en el teatro Campoamor: "Maharajá", la zarzuela que aborda con mucho humor la Asturias de la crisis y la reconversión, con el humor característico del dramaturgo Maxi Rodríguez, libretista de una obra con partitura de Guillermo Martínez. Ésta ha sido una de las grandes apuestas de la temporada de zarzuela en Oviedo que ahora concluye. Un nuevo título que se ha gestado en Asturias desde el mismo momento de su composición.

La expectación provocó que el público llenase casi en su totalidad el teatro Campoamor. El argumento, tan bien guardado por toda la compañía hasta el momento de su estreno, aborda las peripecias de Vanesa (Vanisha para los amigos), natural de Vallobín, a la que da vida la soprano allerana Beatriz Díaz, y su viaje a la India para encontrarse a sí misma. Pero allí encuentra también el amor, y es justamente donde comienza la zarzuela, con un preludio y seguidamente un dúo, muy melódico y en la línea de la tradición zarzuelística, y que Díaz interpreta junto al barítono David Menéndez, que encarna a Mishka, el hijo del Maharajá, perdidamente enamorado de Vanesa. Mishka, por aquello de indio e hijo de potentado, tiene un cierto aire a Aditya Mittal, vástago de Lakshmi Mittal, anglo-indio y propietario de la multinacional siderúrgica implantada en Asturias.

Tras conocer a su amor indio, Vanesa decide volver a Asturias, donde la esperan sus padres, sus amigos y su prometido, Velino (Juan Noval-Moro). Esto propicia la autocrítica a la región, a su población envejecida, a la desaparición de las principales industrias de antaño, a la corrupción, a la falta de oportunidades para los jóvenes y a las pésimas condiciones laborales que, desgraciadamente, son una realidad en muchos casos. La escena en este momento es un tanto irónica, al recrear a través de proyecciones los paisajes idílicos de la región, por un lado, mientras se critican algunos de los problemas a los que los asturianos hacen frente en su día a día.

La vida en Asturias parece inalterable y quizás un tanto monótona, algo que no se le escapa al personaje de Ana, interpretado por María José Suárez, que vive ahogada en una existencia un tanto anodina y con ansias de lanzarse a la aventura. Algo de culpa tiene el personaje de Orlando (Francisco Sánchez), amante de la sidra, el cachopo y la fabada, y dueño de una sidrería que se deja influir por la estética de Bollywood.

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Majaraha en el Campoamor

Tampoco a los autores de "Maharajá" se les ha escapado el peso actoral que existía en el teatro por horas al término del siglo XIX, y han decidido contar con un reparto que incluye a Martina Bueno, Antón Caamaño, Roca Suárez, Carlos Mesa y Fernando Marrot, todos ellos simpatiquísimos en sus papeles y que consiguieron sacarle al público más de una carcajada.

Al final de la obra, Mishka llega a Asturias y consigue que Vanesa le acepte y se case con él en una ceremonia que pone de manifiesto el enorme choque cultural sin abandonar el sentido cómico de la representación.

Desde el punto de vista musical, la partitura de Guillermo Martínez es una obra fresca, divertida y muy actual, que recoge ritmos habituales de la zarzuela, como el pasodoble y la habanera, y los fusiona con otros más novedosos, con alusiones a melodías conocidas por los espectadores, o simplemente con bases rítmicas en las que introduce la batería. Incorpora también una especie de estribillo pegadizo impregnado de esa ironía ya comentada, que se repite a lo largo de la obra: "Welcome to Asturias, welcome to paradise". No obstante, se hecha un poco en falta un mayor peso vocal para el personaje de David Menéndez, que, al igual que Beatriz Díaz, está espléndido en sus intervenciones y también en el plano interpretativo.

El vestuario, actual, gana vistosidad y colorido en los momentos en que remite a la India, y las coreografías en algunos de los números son muy efectistas. Marzio Conti, director musical de este "Maharajá", estuvo a la altura, junto a su orquesta, la Oviedo Filarmonía, con un balance bastante cuidado en líneas generales. La intervención del coro de la Capilla Polifónica fue más allá del plano musical, en el que tuvo momentos brillantes, y sus integrantes hacían las veces de figurantes e incluso actores.

Con "Maharajá" se pone fin a esta temporada de teatro lírico español en el Campoamor, con menos funciones que las anteriores y con obras de muy diversa índole y temática, como lo fueron en estos últimos meses la versión operística de "Las golondrinas", "Doña Francisquita" y "Don Gil de Alcalá".