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Pantalla de papel

Un alucinante viaje creativo

El cineasta Neil Jordan, coautor de la serie "Riviera", alterna lo comercial y lo arriesgado sin renunciar a sus obsesiones

Portada del libro.

El estreno de la serie Riviera, cuyos primeros capítulos fueron coescritos ni más ni menos que por John Banville, ha puesto de actualidad al cineasta irlandés Neil Jordan, un guionista y director de trayectoria irregular pero siempre interesante. Un autor de obra variada y poliédrica en la que permanece inalterable un regreso permanente a los orígenes al tiempo que dibuja un proyecto de conceder a su país un discurso propio y despojado (aunque sin obviar alguna referencia puntual) de clichés: la literatura y Dublín, el IRA, las verdes praderas, las relaciones turbulentas con el Reino Unido, la Iglesia católica o el mundo de los pubs regados por cerveza...

Jordi Ardid y Marta Giráldez han publicado un libro imprescindible para conocer más y mejor al realizador de Juego de lágrimas, un creador que ha conseguido "retratar la especifidad irlandesa (con su conservadurismo y su catolicismo) e integrarla junto a sus contradicciones (que son muchas) en ese mundo globalizado en el que lo angloparlante domina y controla gran parte del discurso".

Jordan (Sligo, 1950) quería ser escritor y su primer amor fue el jazz, dos detalles que influirían de forma nortable en su futura carrera como cineasta. En 1974 fundó la Cooperativa de Escritores Irlandeses y publicó novelas como "Night in Tunisia", "The past" o "The dream of the beast". Su relación con la bohemia teatral dublinesa le abrió las puertas cinematográficas en cierto modo al conocer a dramaturgos que también harían cine como Jim Sheridan o Pat 0'Connor, siendo éste quien le encargó el guión para un telefilme en 1979. Lo que ya tenía claro Jordan es que sus asumidas limitaciones como literato en un país que santificaba a sus escritores contrastaban con su interés por avanzar en un terreno virgen para el riesgo y la experimentación como el cine: "Siempre he pensado que no habrá mucha gente que me lea. La escritura es un asunto más privado, más de exploración íntima, de investigarme a mí mismo, más que investigar el mundo en general".

Esa dualidad entre lo escrito y lo filmado, subrayan los autores, "se mantendrá durante toda la carrera de Jordan como cineasta. Y el nexo entre ambas disciplinas será su trabajo como guionista, un trabajo que se mantendrá incólume a través de tres décadas de filmografía y que permitirá que temas y planteamientos personales divaguen del texto a la pantalla de forma diversa y fructífera".

El carácter autoral o no de su obra "ha dado mucho que hablar a lo largo de los más de de treinta años de carrera, una carrera de por sí fluctuante, plagada de éxitos comerciales ( Entrevista con el vampiro) y de fiascos de cartelera ( Nunca fuimos ángeles) sin que por ello el realizador irlandés haya dejado de lado sus propias obsesiones temáticas y conceptuales".

Pese a su ir y venir del mainstream al cine de ensayo, Jordan "mantiene siempre la capacidad de ser reconocido, incluso en proyectos de alto presupuesto como Michael Collins". Esa dualidad "entre lo personal y lo artificial, entre lo vivencial y lo obsesivo, ha marcado la carrera del cineasta. En algunos momentos de verdadera armonía entre esas dicotomías surgen auténticas filigranas conceptuales, como es el caso de En compañía de lobos (1984) o interesantes revisitaciones de mitos del fantástico como Entrevista con el vampiro". Su necesidad de tener "un buen libreto con el que trabajar ha provocado que, en ocasiones, Jordan haya sido considerado un buen retratista de ideas sin una imaginería propia". Su puesta en escena es siempre "inseparable de su propia obsesión creativa, en ese alucinante viaje en mitad de la ambigüedad, la falsedad de nuestras percepciones y la validez de los sueños".

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