El profesor Rainer Weiss sonrió enormemente cuando recibió a "Propanín", un modelo de molécula del gas que sirve de mascota en el departamento de Física del IES de La Magdalena, en Avilés, y, además, una camiseta con el nombre de la primera onda gravitacional: la GW150914. "Son los regalos con los que queremos pagarle su visita a nuestro centro", señaló Luis Ignacio García, el director del departamento y uno de los anfitriones asturianos del galardonado este año con el premio "Princesa de Asturias" de Investigación y, asimismo, con el Nobel de Física. Weiss es responsable del proyecto LIGO, que busca cazar las ondas gravitacionales que intuyó Albert Einstein hace un siglo y mediante las que, aseguró el profesor, "en los próximos diez años conoceremos el inicio de todo", es decir, qué sucedió cuando se produjo el "Big Bang": hace 13.800 millones de años.

De momento, los científicos del LIGO ya han acortado el camino: saben qué pasó hace 1.300 millones de años en mitad del espacio. Y lo saben porque pescaron una onda que salió disparada entonces, cuando se fusionaron dos agujeros negros. Weiss explicó todo esto a 294 escolares avilesinos -de los institutos de La Magdalena, La Luz, Menéndez Pidal, Número 5, Carreño Miranda y San Nicolás de Bari-. En poco más de una hora resumió cuarenta años de su vida profesional presentando a los escolares la onda gravitacional GW150914, una de las grandes pruebas de la Teoría General de la Relatividad y también la que, apuntó Weiss, "nos dijo que esos agujeros negros no están solos, que tienen familia".

Rainer Weiss, antes de salir a la palestra, fue recibido en la puerta del IES de La Magdalena por los alumnos ataviados con las camisetas negras de la onda gravitacional, que encandilaron al sabio norteamericano. Recorrió las instalaciones del instituto y en el laboratorio de ciencias atendió a los alumnos de tercero, recogió a "Propanín" y conoció de manera directa los esfuerzos docentes de los miembros del departamento de Física y Química, con página web incorporada.

Los pasos de Weiss iban seguidos por una nube de periodistas y, también, por otra más: la de los responsables de protocolo de la Fundación Princesa de Asturias. Además, estuvo acompañado por la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín; por el regidor de Illas, Alberto Tirador, y por el director del centro escolar, Oswaldo López Álvarez. Los tres cirros se juntaron en el salón de actos del Centro de Profesores y Recursos de Avilés, donde dispusieron dos pantallas que cubrían la boca del escenario y dos pantallas más en las que Weiss se acercó a los casi tres centenares de chavales dispuestos a conocer el descubrimiento de Weiss y también algo tan cercano como sus motivos personales para que se hiciera científico: "Nosotros hacemos algo más que ciencia. También tengo familia. Parecen contentos conmigo", respondió a uno de los alumnos cuando llegó el turno de preguntas. "La ciencia es un placer, un trabajo, un hobby", recalcó a continuación. "No queremos ser famosos, pero con el anuncio de ayer estamos en todos los periódicos", reconoció. Y es natural: una segunda onda gravitacional, esta vez causada por la suma de dos estrellas de neutrones, explica de dónde vienen el oro, el platino, el uranio.

Antes de llegar a este momento, el "Princesa" de Investigación preguntó a los escolares si conocían a Newton y a Einstein. Los alumnos levantaron la mano y el resultado de su encuesta fue "un poco más favorable a Einstein que a Newton", los dos científicos que sentaron la base del conocimiento moderno del universo. ¿Y qué son las ondas gravitacionales? Para desvelar el misterio, Weiss explicó que "el universo es un castillo hinchable cortado de forma transversal" sobre el que se encuentran planetas, satélites... "Cuando un niño pisa el castillo, causa una distorsión en lo que llamamos espacio-tiempo: una diferencia con respecto a áreas cercanas. Eso mismo sucede con los planetas. A eso se llama onda gravitacional", explicó.

Pero Weiss no se limitó sólo a hablar del fruto de su pesca científica. Relató el modo en que llevaron a cabo su campaña: la construcción de los dos laboratorios y sus túneles de cuatro kilómetros de longitud. Explicó el método para el descubrimiento: dos espejos que rebotan la luz de un rayo láser. "Es sencillo", aseguró el hombre que invirtió casi la mitad de su vida en descubrir el lugar donde se encuentra la llave que va a explicar en una década lo que pasó cuando comenzó todo.