Ahora que la corrección política amordaza las sonrisas, ahora que se ha ido otro de los gigantes del humor como es Forges, parece que la gente necesita reírse más que nunca para hacer desaparecer esa sensación de morir aplastada por un cielo cada vez más gris. Y a reír es algo que también se aprende desde que somos pequeños. Desde luego, los niños lo harán leyendo "Tomás, el bromista", la nueva publicación de la editorial Kalandraka, de cuyo horno salen algunos de los más bellos y divertidos libros del actual panorama literario destinado a los primeros lectores. Esta obra sigue en esa senda gracias a la confluencia afortunada de dos autores como el ilicitano Jorge Rico Ródenas y la italiana Anna Laura Cantone. El primero, especialista en lingüística y colaborador del CSIC, ha compuesto esta divertida historia en verso con unas rimas que ayudarán a los peques a despertar a la poesía y a la lectura en general, y mucho más si van acompañadas de las ilustraciones de Cantone, formada en el Instituto Europeo del Diseño, en Milán, y que, mediante sus dibujos y la técnica derivada del collage, ha conseguido complementar a la perfección esta narración, que cuenta las aventuras del travieso Tomás, un niño al que le encanta hacer bromas. Nuestro héroe disfruta, sobre todo, asustando a las visitas que llegan a su casa y para ello se vale de los disfraces que él mismo hace utilizando los más diversos materiales, enseñando, de paso, el valor del reciclaje, pero especialmente, el de la imaginación, en un mundo de niños conectados a mil dispositivos móviles frente a los que sólo les falta babear. La historia de Tomás va a gustar mucho. Recuerdo que "un día vino a comer / una amiga de su madre, / que vivía en Francia. / Tomás corrió al trastero, / con una manta / y un poco de hilo, / se hizo un disfraz de cocodrilo. / Y cuando abrió la puerta...". Tendréis que seguir leyendo.