La escritora española Espido Freire, que hoy presenta en Miami su novela "Llamadme Alejandra", reconocida con el Premio Azorín 2017, no teme recibir críticas por hacer producciones de moda en su blog y cree que también así se pueden hacer lectores.

Un escritor debe "reflejar el espíritu de su generación" y además "nunca se sabe de qué manera le llegas al lector, en un aeropuerto, con un regalo o una entrevista", dice Espido Freire a Efe antes de la presentación de su obra sobre la última zarina de Rusia, Alejandra Fiódorovna Románova, esposa del zar Nicolás II.

"A las amigas se las acepta como son", señala la escritora española sobre un personaje histórico tan complejo como incomprendido que habla en primera persona en su novela.

Ganadora en 1999, con solo 25 años, del Premio Planeta con "Melocotones helados", Freire subraya que ese galardón fue una "gran oportunidad" que le dio una "visibilidad", que ella ha aprendido a mantener no solo con sus libros.

De 2006 a 2016 tuvo una empresa de creación y promoción de contenidos culturales que cerró por "agotamiento" y, además de escribir, da clases y es columnista de diversos medios.

"Contar historias en todos los formatos y llegar con ellas a un público variado", "no necesariamente el más elitista ni el más popular", sigue siendo, sin embargo, lo que más interesa a Espido Freire, que tiene 90.000 seguidores en su cuenta de Instagram.

Además de su web oficial, la escritora bilbaína tiene un blog, "Dentro del laberinto", porque, como ahí mismo deja escrito, "una vida no se resume con el trabajo, ni siquiera en entrevistas o en un puñado de fotos".

En su blog, María Laura Espido Freire, su nombre completo, incluye comentarios sobre libros que le gustan, viajes y otros temas y también reportajes fotográficos en los que aparece perfectamente vestida, peinada y maquillada acompañados de información sobre las marcas de las prendas que lleva puestas.

Algunas de esas marcas le pagan por ello, dice.

Cuando se le pregunta si no teme ser criticada o que su literatura sea menospreciada por ello, señala que si tuviera en cuenta lo que piensan los demás sobre lo que se espera de una escritora, no hubiera llegado muy lejos.

"Hay más vida" aparte de escribir, subraya Espido Freire, quien se declara admiradora de cómo el mundo intelectual francés es capaz de mezclar la alta y la baja cultura, algo -dice- que no sucede en España, donde tampoco "se puede hablar de cultura y dinero".

La autora de novelas como "Nos espera la noche", poemarios como "Aland la blanca" y ensayos como "Mileuristas: cuerpo, alma y mente de la generación de los 1.000 euros" subraya que gracias a su blog se sale de su "zona de confort", se obliga a "trabajar lo audiovisual" y su rostro es conocido.

Como alguien que tiene "una gran fe en la divulgación", Espido Freire piensa que las redes sociales e internet ayudan a ganar lectores entre los más jóvenes, algo a lo que dedica "60 o 70 encuentros anuales".

La escritora considera "profundamente antidemocrático" que cualquier presentador de televisión o famoso pueda escribir un libro pero que no se vea de la misma manera que un escritor pueda entrar en terrenos distintos a la literatura como la moda.

"Sé lo que hay detrás (de la moda), mi madre era modista", señala Espido Freire, quien también lamenta que el tejido cultural español no sea lo suficientemente fuerte para que "una persona que no sea previamente rica se sostenga" en ese mundo.

Sobre "Llamadme Alejandra", dice que desde que siendo niña vio una fotografía de la última zarina se sintió atraída por ella, de la que señala que no era "estúpida" pero veía todo a través de unos anteojos deformantes, porque estaba aislada de la realidad.

A su juicio, es fácil decir a posteriori cómo la familia real rusa, que acabó fusilada en Ekaterimburgo, no pudo ver la que se venía, porque ahora "se tienen todos los datos en la mano".

"¿Qué ocurriría si a nosotros se nos juzgase con esa severidad dentro de 50 ó 100 años?, ¿Si se nos juzgase por nuestra responsabilidad ética como individuo y como sociedad?", dice la escritora.