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CONCHI URDAMPILLETA | Autora del libro "La inmigración senegalesa en Asturias"

"Los senegaleses que viven en Asturias sienten que hay islamofobia"

"La senegalesa nunca se dedicó a la prostitución, pero todos los días hay mamarrachos que les dicen insolencias"

Conchi Urdampilleta, con su libro. LUISMA MURIAS

Todo empezó en el verano de 1999, cuando Conchi Urdampilleta Fernández (Páramo del Sil, 1959) decidió pasar los meses de julio y agosto en Tambacunda, la ciudad más calurosa de Senegal, trabajando en un proyecto de alfabetización con una ONG salesiana de Asturias. Allí se comprometió a ayudar a algunas personas que querían viajar como inmigrantes al Principado. Lo hizo a través de Asturias Acoge y, sin apenas darse cuenta, inició una estrecha colaboración y relación con la comunidad senegalesa asentada en esta tierra. Licenciada en Filosofía por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctora por la Universidad de Oviedo, Conchi Urdampilleta, que trabaja como profesora en el Instituto Alfonso II de Oviedo, acaba de publicar su tesis doctoral sobre "La inmigración senegalesa en Asturias. Historia e identidad cultural" (El Sastre de los Libros). El libro se presenta hoy, a las 19 horas, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en un acto en el que, además de la autora, intervendrán el filósofo Alberto Hidalgo Tuñón; Luis Fernández González, de la editorial, y El Hadji Gaye Gueye, transportista internacional de origen senegalés, cuyo rostro aparece en la portada.

- ¿Qué le impulsó a escribir el libro?

-En todo este tiempo creé vínculos personales con ciertas personas de Senegal y conozco todos sus problemas y dificultades. Un buen día El Hadji Gaye Gueye, el hombre cuyo rostro aparece en la portada del libro, me animó a escribir un libro.

- ¿Qué le dijo?

-Me dijo: "Escribe sobre nosotros y cuenta cómo somos en realidad, cómo vivimos, a qué nos dedicamos, de dónde venimos y por qué lo hacemos; escribe la verdad para que los tópicos y los prejuicios desaparezcan, que al menos alguien lo diga para que nadie pueda argumentar que no lo sabía, porque sólo si se cuenta queda dicho". Y entonces me dije: voy a hacerlo pero bien, con seriedad, con rigor. Que sea mi tesis doctoral. El objetivo final no era que yo me hiciera doctora a estas alturas de mi vida, sino hacer un estudio serio sobre este colectivo de emigrantes, que son los que más salen en los medios, y que fuera conocido por la gente.

- ¿Y cómo son?

-Gente muy respetuosa, educada, cálida. Se dice de Senegal que es el país de la sonrisa y de la "teranga".

- ¿Qué es la "teranga"?

-Significa acogimiento. En las casas senegalesas siempre hay comida por si viene alguien, es un poco ese concepto de recibir a la gente, incluso lo he sentido. Es un acogimiento físico y moral, del cuidado de la persona, del alma, esa calidez y esa manera que tienen de transmitir tan humana. Lo que te desarma siempre de ellos es la sonrisa y una frase dulce. Son mayoritariamente musulmanes practicantes, reciben todos los años a líderes religiosos y tienen encuentros con ellos, a nivel local y a veces masivos, en alguna ciudad grande. A mí me han dicho que una de las partes principales de esos encuentros es el cuidado de esas almas, con mensajes pacíficos, de tolerancia y siempre con la esperanza de que el hoy no debe asustarnos porque hay un día después.

- ¿Cómo influye la religión en su vida?

-El senegalés tiene un doble calendario, el gregoriano para su vida civil en la sociedad asturiana, y el calendario musulmán, que es su otra vida de identidad senegalesa. La religión les une a todos en una identidad común. La práctica religiosa, los líderes religiosos, han creado identidad senegalesa, este aspecto es muy interesante. Celebran cada una de las fiestas religiosas, el Año Nuevo, el Ramadán y otras. Existen dos fiestas, por ejemplo, el Gran Magal y el Gammu, que siempre van a un hotel, pasan el día en oración y eso lleva consigo unos días antes de preparación en común, de hacer comida, muchas cosas. Mantienen bastante relación entre sí y, por supuestísimo, muchísima relación con Senegal. No rompen en ningún caso el vínculo.

- ¿Son practicantes tolerantes?

-Son suníes y sufíes. Sufí significa místico, es la parte mística del Islam, el sufismo siempre es algo muy espiritual, de lo que más se habla es de la parte más profunda del ser humano, de convivencia y de tolerancia.

- ¿Cuándo llegan los primeros senegaleses a Asturias?

-En los años 1982 y 1983, eran muy poquitos, hombres jóvenes con oficios que podían ser taxistas, camareros; sólo conocí a un licenciado universitario. Desde 1982 a 2000 llegaron unos doscientos. La mayoría viene por decisión familiar, eligen al más joven o mejor preparado, viajan los más valientes y es un proyecto de todos, aunque también los hay que vienen por una decisión personal. Más tarde, en la época de los cayucos, vinieron más y con más variedad de oficios: conductores, profesores, oficinistas, pescadores, soldadores...

- ¿Cuántos senegaleses hay ahora en Asturias?

-Unos 1.500 más o menos, un 15 por ciento son mujeres. La inmensa mayoría están regularizados. En 2017, último año del que recojo datos en el libro, eran 1.248 y 1.075 tenían permiso de residencia. Sin embargo, las imágenes en los medios los relacionan con la emigración ilegal, son una población muy vulnerable. Son el 0,12 por ciento de la población de Asturias y el 3,2 por ciento de la extranjera.

- ¿En qué trabajan?

-Una de las cosas bonitas de la emigración senegalesa es la ayuda mutua entre ellos. Los que vienen suelen hacerlo porque tienen un contacto aquí, y nada más llegar son acogidos en la casa de esa persona y, si no hay sitio, se le busca en otra. Viven en pisos de alquiler compartidos, nunca en pisos patera, se ayudan entre sí. Ellos casi siempre empiezan a vender por los bares. En cuanto han podido regularizarse, lo han hecho. Cuando ya tienen papeles pueden acceder al mercado laboral. Donde más han trabajado es en la construcción, coincidiendo con el boom; también en ferias y mercados. Con la crisis, muchos se han vuelto a quedar otra vez en situación irregular y la última fase ha sido la de cambio de destino, salir de España. Otros emigrantes han vuelto a sus países de origen, pero los senegaleses no vuelven. Allí no tienen futuro, buscan otro destino en Europa: Francia, Inglaterra, Suiza...

- ¿Cómo están en Asturias?

-En el libro me dicen que lo que más les preguntan los asturianos es si en su país hay coches, si hay leones por la calle, si tienen casa, cosas muy tontas. Hay una respuesta muy graciosa que dio un senegalés: "No tenemos ni coches ni carreteras, de hecho la Embajada de España está en un árbol". Es una buena ocurrencia.

- ¿Sienten que hay islamofobia?

-Sí la sienten, aunque no de una manera exagerada. En el sentido de que ellos no se atreven a practicar la religión con libertad. El rezo es cinco veces al día y no se atreven a hacerlo en la calle, algo que en otros países puede hacerse. No hay mezquitas construidas, son sólo locales comerciales adaptados a mezquitas, hay ciertas cosas que no pueden llevar a cabo tal y como quisieran y no porque no lo deseen.

- ¿Y racismo?

-Le voy a contar un caso, el de un niño asturiano de 8 años de origen senegalés a quien adoro. Cuando tenía 7 se estaba columpiando ajeno a todo y, de pronto, dos niñas más pequeñas, como de 6 años, le dicen: "Negro, negro". Él le tira de la coleta a una de ellas y cuando yo me percaté de lo que ocurría me acerqué y le pregunté qué había ocurrido. Él me lo contó, la niña debió de pensar que le estaba recriminando, vino y me dijo: "Me tiró de la coleta". Y yo le pregunté: "¿Qué le has llamado?". Y ella dijo: "Negro". La reñí, le dije: "Nunca más en tu vida vuelvas a llamar negro ni a este ni a ningún otro niño. No eres quién para hacerlo, me da igual que tengas 6 años". Así que si me pregunta si hay racismo en Asturias o en España, mi respuesta es sí.

- Hábleme de ellas, de las emigrantes senegalesas. ¿Cómo viven, en qué trabajan?

-Las primeras vinieron por reagrupación familiar. Llegaron en los noventa, eran poquísimas; después vinieron algunas procedentes de los campos de Levante, las que tenían un contacto aquí. Otras vinieron con visado de turista, que finaliza a los tres meses. Las que más han llegado últimamente son de reagrupación familiar, pero la inmensa mayoría, aunque venga para estar con su marido, trae su propio proyecto migratorio. Si logran trabajar, el dinero no es exclusivamente una aportación económica para la familia de aquí, parte lo envían a su familia de allí, sus padres, sus hermanos, sus sobrinos. Una cosa muy importante de la mujer senegalesa es que nunca se dedica a la prostitución, no hay ningún caso que yo conozca. Y, sin embargo, es muy fácil que aquí identifiquen mujer negra mujer prostituta. Todos los días hay algún mamarracho que les dice alguna insolencia. Trabajan en lo que encuentran, en labores del hogar, cuidado de gente mayor, cafeterías y restaurantes, a veces acompañan a sus maridos en los mercados. Ahora ya están estudiando. Una cosa muy bonita que está ocurriendo es el nacimiento de españoles de origen senegalés, y la gente joven que está llegando.

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