El pequeño comercio vive con la incertidumbre lógica de lo que está ocurriendo pero con la certeza de que el estado de alarma generará en el sector pérdidas muy difíciles de afrontar. Eso sí, tienen muy claro que lo primero es afrontar la crisis sanitaria aunque luego vendrá la económica.

Nacho del Río, presidente de la asociación de Comercio de Oviedo, integrada en la Unión de Comerciantes de Asturias, explica que "primero es lo sanitario, que esto no vaya a más, pero también hay que pensar en el día de mañana e ir diseñando medidas para afrontar el daño, que va a ser mucho". Por ahora se les hace "imposible calcular" las pérdidas económicas que esta crisis puede generar en el sector pero aventuran que va a ser "brutal". Las pequeñas empresas no podrán hacer frente a los pagos tras un mes sin ingresos, "además en una época que tampoco estamos muy boyantes", añade Del Río.

Ante esta situación piden al Gobierno "gestos y medidas que infundan confianza". "Necesitamos saber que van a estar ahí", insiste el presidente de la asociación de comerciantes que considera necesarias medidas económicas como créditos a muy bajo interés, aplazamiento de pagos de impuestos y facilidades en los avales. Los comerciantes piden que se genere confianza para cuando todo vuelva a la normalidad "y que llegado el momento arranquemos de nuevo desde el punto menos malo posible". Del Río tiene claro que "lo que hay que evitar es el cierre de negocios y que la gente se vaya al paro".

Por buscar al desastre algo positivo, "que no lo hay, pero sí algo menos malo", apunta el representante de los comerciantes, es que "si esta situación nos hubiese pillado en diciembre, hubiese sido mucho peor". En lo positivo destaca su confianza en los comerciantes, "gente enamorada de su trabajo que luchará contra todo". Sabe que la enorme ola del coronavirus "se puede llevar por delante a muchos que no tengan un colchón económico para afrontar los pagos inmediatos". Esa es una de las grandes preocupaciones que tienen ahora los comerciantes, "la mayoría de los negocios son rentables económicamente cuando están en funcionamiento pero puede haber muchos que pese a eso no dispongan de liquidez para afrontar esos pagos sin ingresos", explica Del Río.

Sus peticiones son también para la sociedad, para que "cuando nos digan que ya podemos salir a la calle y abrir los negocios, los ciudadanos acudan al pequeño comercio, al de su barrio, al de cercanía" para intentar paliar el daño que está provocando este cierre.

Desde la Asociación de Comerciantes del Oviedo Antiguo (ACOA), que agrupa a un total de 80 pequeñas y medianas empresas más los 35 comerciantes del Mercado del Fontán, con quien se acaban de fusionar, su presidenta, Sandra Sutil, apunta en la misma dirección. "La situación es tremenda porque hay muchos autónomos y comerciantes que al no facturar no pueden pagar impuestos, alquileres o facturas de proveedores". Sutil insiste en la sensación de incertidumbre desde la certeza de que "esto va a afectar muchísimo al pequeño comercio".

Las peticiones del comercio del Oviedo Antiguo son las mismas que las de los comerciantes del resto de cascos históricos de España, ya que pertenecen a la confederación nacional. Entre las medidas que han trasladado al Gobierno está la supresión del pago de impuestos mientras dure el confinamiento, la exención del pago de las cuotas a la seguridad social de los autónomos y trabajadores de la empresa durante los próximos seis meses, prestación por desempleo a los autónomos y elaboración de un plan de urgencia para el comercio.

También tienen peticiones para los ayuntamientos y las administraciones regionales a las que solicitan la supresión del pago del IBI, tasas de basura y agua y otras similares.

Además desde ACOA se ha puesto en marcha un número de teléfono para atender por whatsApp a sus asociados y a todos aquellos vecinos que necesiten algún producto, "es una red de ayuda, 'Recadea', en la que si alguien necesita algo de nuestros comercios y se lo podemos llevar, lo haremos sin mantener ningún tipo de contacto", explica Sutil. La idea es intentar ayudar a sus clientes.

El comercio sabe que lo va a pasar mal y pide ayuda tanto a las administraciones como a la sociedad.