El sector de la fabricación del automóvil ha frenado en seco por la pandemia de coronavirus y puede dejar en casa a más de 2.000 trabajadores de la industria asturiana. De momento ArcelorMittal, que fabrica chapa para el sector; Vauste, que produce amortiguadores, y Saint-Gobain, que se encarga de los cristales, ya han anunciado que van a parar producción y presentar expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).

Otras factorías asturianas vinculadas al automóvil, como las del fabricante de lunetas Starglass o el de piezas de transmisión PMG Asturias Powder Metal siguen trabajando. La primera porque se ha especializado en los recambios y la segunda porque sus principales clientes están en Alemania y allí, de momento, el parón del automóvil no se ha producido. Los 200 empleados de esta última planta mierense siguen trabajando a tres turnos, pero en la factoría ya se asume que en cualquier momento tendrán que echar el freno.

En España, nada más anunciarse el estado de alarma, Seat adelantó que pararía sus cadenas de montaje de coches. En los días siguientes se sumaron el resto de fabricantes con plantas en el país: Nissan, Ford, Renault, Volkswagen, Mercedes y PSA (Peugeot, Citroën y Opel). La falta de algunos componentes (por la paralización de fábricas en países como China), la caída de la demanda por la pandemia y el riesgo de contagio entre los trabajadores precipitaron los ceses de la actividad.

Asturias no fabrica coches, pero sí muchos de sus componentes. El pasado martes, el mismo día que el Gobierno anunció las medidas para facilitar los ERTE, la multinacional Vauste presentó un expediente de regulación que afecta a los 134 trabajadores de la planta de amortiguadores y otros componentes del automóvil de Gijón.

Un día después, la multinacional siderúrgica ArcelorMittal comunicó a los comités de empresa de las factorías de Gijón y Avilés que en los próximos días presentará un ERTE (cuyo impacto en el empleo está por determinar aunque podría afectar a más de un millar de empleos) y que parará varias de sus instalaciones, en concreto uno de los dos hornos altos (el "A") y uno de los dos sinter de la factoría de Gijón, y una de las dos líneas de galvanizado de Avilés, la que está dedicada al sector del automóvil. Además prevé ajustes en las división de productos largos de Gijón y dejar con un sólo convertidor la acería de Avilés. A estas medidas se añade también un aplazamiento en la puesta en marcha del segundo bloque de las reconstruidas baterías de coque de Gijón (previsto para esta primavera) y una parada de la línea de galvanizado para automóvil de Sagunto (Valencia), que se nutre de las bobinas de acero fabricadas en Asturias.

Fuentes de ArcelorMittal señalaron que estas paradas, similares a las de otras factorías de la multinacional en Europa, se toman "para garantizar que se mantiene el bienestar de los empleados y que la producción se alinea con la demanda". En Asturias el ajuste ya comenzó ayer con un recorte de producción que se irá incrementando progresivamente. Fuentes de la compañía señalaron que hay buena cartera de pedidos para el segundo trimestre del año pero que algunos clientes ya no están recepcionando sus encargos. "Seguiremos monitorizando la evolución del coronavirus en cada uno de nuestros mercados y tomaremos decisiones acordes", afirmaron desde la multinacional.

El mismo día que ArcelorMittal anunció su ajuste, Saint-Gobain anunció el cierre de su planta en Asturias, y ayer concretó el ERTE para la fábrica avilesina por causas de fuerza mayor. La representación social -CC OO y UGT; la CSI rechaza el expediente- han arrancado de la empresa compromisos como la garantía del 80% del salario bruto y el 100 % de retribución y disfrute de las vacaciones. En el centro laboral trabajan 470 empleados, más los de empresas auxiliares que muy posiblemente también se verán damnificados.

Por otra parte, la firma metalúrgica corverana Hiasa ha activado esta semana el protocolo por coronavirus en su factoría de Cancienes. La compañía ha tomado esta determinación tras el diagnóstico positivo de uno de sus trabajadores. Tras conocer la situación, la empresa ha desinfectado las zonas comunes en las que había trabajado el empleado y ha mandado para casa en cuarentena a todas las personas que habían tenido contacto con el afectado para evitar la propagación del virus.