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Crisis del coronavirus

Comunión por aplazamiento

La cuarentena obliga a parroquias y familias a reorganizar unas celebraciones que ya asumen que no podrán llevarse a cabo en mayo

Efrén Gutiérrez, en sesión de pruebas y Daniela Fernández, probando su vestido.

Con el vestido a medio arreglar, los recordatorios sin hacer y la sesión de fotos pendiente. Así ha pillado a la familia de Mónica García el parón impuesto por el estado de alarma con la comunión de su hija Daniela en puertas. La pequeña iba a tomar la primera comunión en el Corazón de María de Gijón el 16 de mayo, y aunque no hay aún ninguna confirmación oficial, "ya vemos que no va a ser así ni en broma", señala. Así que el vestido sigue en la modista "porque era el mío y había que arreglarlo", relata la gijonesa, y las fotos y demás gestiones "afortunadamente las habíamos dejado para el último momento así que tampoco nos molesta tanto", reconoce. Eso sí, la celebración familiar, reservada en el llagar de Trabanco, "sí que tendrá que ser aplazada, veremos para cuándo y cómo".

La situación de la familia gijonesa se repite a lo largo y ancho de Asturias, con las familias en la incertidumbre de no saber cuándo ni cómo. En el caso de Efrén Gutiérrez, también tendría que hacer su primera comunión en mayo en la parroquia de San Bartolomé de Nava, pero tal y como explica su madre, Giovanna Fernández, "no sabemos muy bien cómo será". A ellos la crisis del coronavirus les pilló con la ropa comprada, pero "los recordatorios eran para abril y por supuesto no los vamos a poder hacer; da mucha pena porque había mucha gente con todo preparado desde hace mucho tiempo, fueron muy previsores, y ahora nos vemos en esta situación", lamentan, sin saber cuándo podrá tener lugar la celebración ni en qué circunstancias porque "realmente nadie lo sabe".

El Arzobispado de Oviedo, de momento, no ha dado ninguna orden general a las parroquias. Sí se asume que las comuniones, al menos en su gran mayoría, no se van a celebrar en las fechas previstas, pero se deja margen a cada parroquia para que tomen una decisión consensuada con padres y catequistas. "Que sean ellos los que tomen la decisión de posponer o buscar otra fecha que venga bien a todo el mundo, porque por ejemplo las parroquias que celebraban el sacramento en junio aún tienen esperanza de que las cosas mejoren", señalan desde la sede episcopal.

En la parroquia de San Pedro de Gijón, por ejemplo, "antes de trazar un plan nos reuniremos con las familias y haremos lo que ellos quieran, de la mejor manera posible y adaptándonos mucho a lo que decidan los padres", resume el párroco, Javier Gómez Cuesta. En su caso se reservan los tres últimos domingos de mayo y el primero de junio para las comuniones, con un total de 83 niños que, tal y como parece, deberán buscar nueva fecha para estrenarse en el sacramento.

Del mismo parecer es el párroco de Teatinos, en Oviedo. José Ramón Castañón aún no ha decidido nada porque "tenemos que atenernos a las directrices que nos vayan marcando en cada momento las autoridades, nadie sabe cómo va a evolucionar la situación". Así que "cuando la situación nos lo permita, en cuanto sepamos y podamos, nos reuniremos con las familias y veremos cómo hacerlo". En su parroquia esperan 104 pequeños para tomar la primera comunión, distribuidos en los cuatro domingos del mes de mayo.

En todo caso, la situación pinta muy mal para el negocio económico que se mueve en torno a estas celebraciones. Porque "las comuniones nos salvan en abril un cuatrimestre entero de trabajo", señala la fotógrafa Lorena Ayala. Por su estudio deberían pasar en abril decenas de niños para sus sesiones de estudio y para los recordatorios. Y ahora "todo ha quedado anulado, cuando ya teníamos la agenda organizada y sesiones de fotos a diario", explica. La profesional teme, por los datos que les llegan de otras comunidades, que las celebraciones no tengan lugar "igual hasta octubre", y para entonces "veremos también cuál es la situación económica de las familias, es probable que haya quien no se pueda permitir el gasto en ese momento con lo crudas que se están poniendo las cosas", vaticina. De momento la gente "nos está diciendo que ya iremos hablando más adelante a ver cómo se soluciona", explica, conocedora de casos en los que a las familias ni siquiera les habían llegado los trajes para los niños, atrapados en las primeras semanas de restricciones. En su caso, además, tiene que sumar las bodas que se han suspendido y todos los eventos que se han cancelado en las últimas semanas, junto con otras sesiones muy al alza: las de las embarazadas que fotografían el proceso hasta el parto. "Darán a luz cuando les toque y ese trabajo se pierde", apunta Ayala.

Además de la ropa, las fotos y los restaurantes, también están en "impasse" las floristerías, a las que tradicionalmente se recurre para decorar la iglesia o para los tocados de las niñas. "Es algo que se suele encargar a última hora, pero parece que este año no será posible", indica Toñi Alonso, floristera de Gijón. "Está todo en el aire, a la espera de lo que nos digan los clientes", indica. De momento mucha flor de invernadero se está tirando a la basura porque tiene una vida muy limitada, y en el caso de las comuniones, si no hay celebración, tampoco hay adornos. Toda una cadena de pérdidas que familias y negocios esperan recuperar en los próximos meses. Eso sí, con cuidado de "no poner fecha en los recordatorios; dejémoslo en 2020 en genérico".

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