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Adiós al superviviente de la gripe española

Pepe Ameal, "una leyenda de Luarca", muere a los 105 años preocupado por la nueva pandemia y por el trabajo de sus nietos y bisnietos

José Ameal, en su casa, delante de la tarta de su último cumpleaños. A. M. Serrano

José Ameal Peña, más conocido como Pepe Ameal, siempre vio "el vaso medio lleno", y algunos creen que ese optimismo y esas ganas de fijarse en el lado bueno de la vida estuvieron detrás de su sorpresiva longevidad. El vecino de Luarca, conocido en toda España haber sobrevivido a la gripe española de 1918, murió ayer a las nueve y media de la mañana, con 105 años y al calor y humanidad de sus hijas Anunciata y Luisa María, fieles cuidadoras. Lo hizo en su cama y en la que fue su casa durante los últimos 30 años.

Atrás deja muchos amigos, millones de anécdotas divertidas y una vida de emprendedor y de "penurias al principio y valentía al final", como le gusta decir a su familia. Pepe Ameal nació el 12 de noviembre de 1915 en Luarca. Criado por su tío Ramón "en una casa donde no faltó de nada", tal y como contó a LA NUEVA ESPAÑA, vio de cerca la muerte siendo un niño. Con 4 años -contaba con energía- contrajo la gripe española. Estuvo dos días en la cama hasta que logró salir de la enfermedad: "Salir, salí, pero a gatas".

Pepe Ameal no disfrutaba de los paseos por su querida Luarca desde diciembre de 2018, cuando se dio cuenta de que bajar las escalares que comunicaban su piso con la calle era una aventura con muchos riesgos para su edad. Entonces no protestó y se adaptó, como hizo con todo a lo largo de su vida.

Desde marzo conocía lo que sucedía con la nueva pandemia, su familia le mantenía informado. Él escuchaba con atención ("nunca perdió la nitidez ni la perspectiva", dice su cuñado, Marino Guardado) para después dar consejo veterano a los suyos: "Hay que hacer caso de la autoridad, no salir y cuidarse".

En Luarca no faltaron ayer las sentidas despedidas y las palabras de agradecimiento por tanta broma, tanta ilusión y tanto ejemplo. Pepe Ameal empezó a trabajar con 14 años en un conocido taller de Luarca, pero fue también transportista y taxista en Madrid y hostelero en Valdés. Conocidos son sus viajes de trabajo con famosos toreros de los años cuarenta y también su faceta de hostelero: inauguró el bar Cambaral (todavía abierto hoy en día) y también regentó el conocido en Luarca como "Bar de los Alsas" (cerrado en la actualidad). Siempre deseoso de evitar los malos tragos, intentaba no contar lo que vio desde el piso de La Carril siendo un niño, cuando la gripe española dejó miles de muertos en Luarca con sus respectivas comitivas fúnebres. Tampoco le gustaba hablar de la Guerra Civil.

Su faceta profesional no estuvo reñida con sus aficiones. Fue socio fundador y primer presidente del Coro Villa de Luarca. Era Pepe Ameal una persona "de cantar". Le gustaban las piezas "con música y letras de verdad", las tonadas y las habaneras. Además, "entonaba muy bien", como recuerda el actual presidente del coro, José María Fernández. "Compartí con él años de gestión al frente de coro y siempre tenía energía para trabajar", añade Fernández.

También en el recuerdo se queda su fervor por las fiestas patronales de Luarca. "Pepe, un 'timoteíno' de pro", como le recuerda el presidente de la Cofradía de San Timoteo de Luarca, Antonio Suárez, quien ayer destacó su carácter "cercano y agradable, su tono siempre bromista y sus ganas de ver lo bueno de la vida". "Es una leyenda en Luarca", asegura el presidente de la Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas (Cepesma), Luis Laria, también hostelero. En su bar, Muelle Tres, pasaba Pepe Ameal muchas horas cuando todavía salía de casa. Allí tenía "una mesa" y allí charlaba con los suyos sin dejar de observar su querido puerto. "Siempre tenía algo que contar, era una persona muy enérgica y optimista", opina Laria.

El luarqués, muy querido, se casó dos veces y tuvo cuatro hijos. Cuando vio por su centenario, en un ordenador, un vídeo del que era protagonista no dejó de exclamar "¡qué barbaridad!". Persona de hablar de cerca, de ver y observar en la proximidad, de contar mucho y escuchar atentamente, le gustaba mucho entender el mundo digital y las nuevas relaciones asociadas a los dispositivos móviles, pero estaba preocupado por el futuro laboral de los seis nietos y siete bisnietos que deja: "Mucha tecnología, pero hay que trabajar y ser responsable".

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