La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los sanitarios reclaman "unión" a políticos y ciudadanos para vencer la pandemia

"El compañerismo fue clave para superar aquella tremenda presión", afirman cinco profesionales de la salud al relatar su lucha contra el covid durante la primera ola

Por la izquierda, Marta Elena Álvarez, Javier García, Leonor Suárez, Álvaro González, María Teresa González y Verónica Real, ayer, en la Fábrica de Armas. JULIÁN RUS

"En la residencia de Grado, en los momentos más duros, teníamos una media de un muerto por turno. El protocolo marcaba que las bolsas de los cadáveres se tenían que limpiar con lejía. Las encargadas eran las limpiadoras del centro. Pero todos los días venían a verme, entre lágrimas, porque ellas conocían a todos los internos desde hacía años, y era muy duro. Al final, acabó haciéndose cargo la funeraria, para ellas era demasiado". Así relataba ayer Javier García, enfermero de atención primaria y una de las personas que se encargaron de medicalizar la residencia de ancianos de Grado, una de las experiencias más duras que le tocó vivir durante la primera ola de la pandemia.

El sanitario fue uno de los cinco profesionales que, al mediodía de ayer, protagonizaron la mesa redonda "Más allá de la vocación", en el almacén de la antigua fábrica de armas de La Vega, dentro del programa de la Semana de los Premios. Además de García, participaron en el debate Verónica Real (enfermera del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid, que ejerció como directora de Enfermería del hospital del IFEMA), Álvaro González (coordinador de covid-19 del HUCA), María Teresa González (neumóloga del HUCA) y Marta Elena Álvarez (viróloga del HUCA). Todos ellos genuinos representantes de los sanitarios españoles que luchan en primera línea contra el covid, el colectivo distinguido con el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia. Unos sanitarios que, desde el altavoz que les proporciona los premios, reclamaron a los políticos y al conjunto de la ciudadanía "unión" y "atender a las indicaciones de los expertos" para poder vencer al coronavirus.

La mesa redonda en la que participaron los cinco profesionales, moderada por la periodista Leonor Suárez e introducida por el fotógrafo Muel de Dios, cuya exposición sobre los sanitarios se puede ver en el paseo de Begoña (Gijón), fue justamente una concatenación de reflexiones y experiencias desde la trinchera de la lucha contra la pandemia.

"En el IFEMA llegó un momento muy duro en el que nos llegaban 20 o 30 pacientes de golpe. Ami me hacía pensar en la situación que deben vivir los que hacen cooperación internacional. En algunos momentos, y ante tantos pacientes como nos llegaban, los medios eran tan escasos que había que poner palos de fregonas para sujetar las bolsas de suero. Y eso estaba pasando en Madrid", relató Verónica Real. En paralelo, los sanitarios tenían que utilizar "equipo muy variado y de distinta, que no siempre daba la misma sensación de seguridad, aunque todo cumpliera la normativa sanitaria".

Pese a estas duras condiciones, la enfermera no dudó en afirmar que el hospital del IFEMA "funcionó muy bien", algo que a su juicio se debió fundamentalmente "a la unión de los esfuerzos de cada uno de los colectivos" implicados en esa obra colectiva, incluyendo también a las empresas y particulares que colaboraron, de manera solidaria, con ese centro. "Allí no había límites:si había un problema, había que solucionarlo, así que se ponían las opciones encima de la mesa y el que tuviera una solución la ejecutaba", afirmó.

El compañerismo dentro del sector sanitario es algo que los cinco profesionales coincidieron en valorar como una de las claves para explicar que el sistema no se viniese abajo ante las tensiones a las que se vio sometido durante la primera ola de la pandemia, especialmente entre los meses de marzo y abril. "La cooperación y el compañerismo fueron clave para superar la presión a la que estuvimos sometidos, que era tremenda", relató Marta Elena Álvarez.

Desde su puesto en virología, la especialista fue testigo de cómo crecía esa presión sobre el sistema sanitario, a medida que el número de contagios se disparaba. "En algunos momentos pasamos a tener 2.300 pruebas PCR al día. En el pico de infecciones eso sucedía un mínimo de tres días a la semana. Y en el 95% de esas pruebas, damos el resultado en un plazo de ocho horas. Obviamente, eso supone una presión tremenda, pero es que se trata de un esfuerzo necesario, porque si no, no se pueden contener los brotes, ni dar la información a los rastreadores del Principado a tiempo para que puedan identificar las vías de contagio. Tenemos que mantenernos en esos plazos", explicó Álvarez.

"Debemos escuchar más a los científicos y menos a los líderes de opinión", piden los sanitarios

Su condición de profesionales no libraba a estos sanitarios en primera línea de padecer el mismo temor al contagio que el resto de ciudadanos, durante los meses más duros de la primera ola, aquellos en los que se multiplicaban, día tras día, las cifras de infectados. "Tenía miedo de llevar el virus a casa y contagiar a los míos. Pero ese miedo lo acabas superando porque hay pacientes que necesitan tu ayuda. Somos profesionales que actuamos de forma responsable, y al final así logras superar ese miedo", manifestó María Teresa González.

Los protocolos de seguridad para los sanitarios eran una defensa crucial para permitirles desarrollar su trabajo con normalidad. "En el Servicio de Urgencias de Madrid nos preparábamos para estas situaciones y sabíamos exactamente la manera correcta de ponernos y, sobre todo, de quitarnos el equipo. Pero era complicado llevar el equipo tantas horas. Recuerdo que cuando nos proporcionaron un equipo de protección individual diferente, más acorde a las necesidades y más cómodo, fue mucho mejor, porque el primero que usábamos era insufrible, estaba diseñado para el ébola. Aún así, había quien sentía que le estábamos quitando material, aunque en realidad se le proporcionaba uno mejor", relató Verónica Real.

La que fuera directora de Enfermería del IFEMA también deslizó una reflexión sobre la situación de la capital, actualmente en estado de alarma por los rebrotes: "En Madrid somos muchos, y nos estamos contagiando mucho, pero la situación que vivimos ahora no es la de abril: ahora hay hueco en los hospitales. Eso fue lo que salió mal en la primera ola. Ahora que ha pasado la época vacacional confiamos en que la tendencia a la baja de las últimas fechas siga así y logremos contener el virus. Y para el 1 de noviembre abrirá sus puertas un hospital monográfico para esta y otras pandemias, que será algo importante", señaló.

La modernidad de las instalaciones también marcaba diferencias importantes en la lucha contra la enfermedad. "En el HUCA contamos con un hospital nuevo y muy bien equipado, preparado para estas circunstancias. Me preocupaban más otros centros, como San Agustín o Cabueñes, sobre todo en los momentos en los que se produjo una mayor tensión sobre el sistema", reflexionó Álvaro González.

Ese momento crucial se situó, en Asturias, en torno a la primera semana de abril: "Fue la más crítica. En el HUCA teníamos 200 pacientes en planta, otros 40 o 50 más en la UCI, y había 60 en el Monte Naranco. Teníamos siete facultativos de guardia para gestionar todos los ingresos. La suerte fue que aquí, a diferencia de lo que pasó en otras comunidades, no tuvimos prácticamente a ningún compañero infectado, especialmente en esa primera semana de abril. Después, ya empezó a bajar el número de contagios", relató Álvaro González.

De aquellas semanas de confinamiento, los sanitarios recuerdan con cariño el apoyo ciudadano, que se reflejaba a través de los multitudinarios aplausos que se les dedicaba todas las tardes, a las ocho, desde balcones y ventanas. Pero también reclaman a la población y a las autoridades que no bajen la guardia ante una segunda ola que está golpeando con fuerza.

"Creo que los trabajadores de la sanidad hicimos lo que teníamos que hacer. No esperábamos nada, ni un plus en la nómina, ni una medalla, ni siquiera este premio. Como tampoco toda la gente que ayudó en este esfuerzo: las cocineras, las limpiadoras... todas las personas que colaboraron. Ahuecar la almohada del paciente es algo que también es necesario. Ese gesto, extrapolado a todas las situaciones, nos hará salir adelante", sostuvo Javier García. "Hay que apelar a la responsabilidad de cada uno, usar mascarilla y seguir todas las recomendaciones para que esta segunda ola no se convierta en un tsunami", añadió Marta Elena Álvarez.

"En Asturias están creciendo los contagios y no sabemos cuál será el impacto final de la pandemia. La vacuna no es viable que llegue antes de unos meses, y tenemos que conseguir que la curva de propagación del virus sea lo menos ascendente posible. Que no haya más aplausos, pero que no haya más botellones", sentenció Álvaro González.

"Tenemos que escuchar más y creer a los científicos, y menos a los líderes de opinión. Tenemos esa responsabilidad, la de seguir las recomendaciones de los expertos y dejar a un lado el ruido", reflexionó María Teresa González, que recibió el aplauso del público con una llamamiento a los políticos para que aparquen su ego y sus disputas, se unan y "se pongan al servicio de la sanidad".

"Tenemos que hacer caso a los expertos. Si dicen que hay que llevar mascarilla, hay que hacerlo. Salen muchos líderes de opinión a los que la gente cree más, pero el camino es seguir a los expertos", añadió Verónica Real. Un ruego que viniendo de estos sanitarios, que han vivido en las trincheras de la lucha contra la pandemia, debería ser atendido por todos.

Compartir el artículo

stats