“La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades” (Aristóteles); “Temed el amor de la mujer más que el odio del hombre” (Sócrates); “Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer” (Pitágoras); “La mujer solo es un simple recipiente dotado de una función útil” (Hipócrates); “Las mujeres son bestias de cabellos largos e ideas cortas” (A. Schopenhauer); “Cuando una mujer tiene inclinaciones doctas, de ordinario hay algo en su sexualidad que no marcha bien” (F. Nietzsche).

Basta recurrir a los clásicos o simplemente navegar unos minutos por internet para comprobar como la inmensa mayoría de los grandes pensadores: Aristóteles, Sócrates, Pitágoras, Hipócrates, Schopenhauer o el propio Nietzsche a los que consideramos la reserva intelectual y filosófica de nuestra civilización, a los que citamos con mucha frecuencia e incorporamos en nuestros discursos, pensaban sobre las mujeres.

Leer hoy estas frases, tras las que solo se esconde desprecio y odio, avergüenza y estremece. Sin embargo, asombra que entre Aristóteles y Nietzsche, que dejó este mundo ya en el siglo XX, hayan transcurrido nada más y nada menos que dos mil años. Demasiado tiempo para que las cosas hayan cambiado tan poco. Demasiado tiempo para cargar con un oprobio que ya tardamos en sacudirnos.

Hace falta más y mejor educación, respeto, empatía, amor, valores que damos por sabidos y que olvidamos con frecuencia. Hace falta más concienciación, más implicación, más políticas, más recursos, más nunca más, para que la violencia contra las mujeres pase a ser historia, una negra y bochornosa historia, que todavía hoy, es un doloroso presente para millones de mujeres en el mundo.

Mientras transcurren las horas de este 25 de noviembre, hay mujeres que están siendo asesinadas, golpeadas, violadas, insultadas, despreciadas o ninguneadas. Mujeres víctimas de una violencia silenciosa: 40 asesinadas en nuestro país en lo que llevamos de año, 23 niños huérfanos, al igual que sus familias, amigos, y una sociedad que ya es hora, que además de leer a sus clásicos misóginos o misóginos clásicos, busquen nuevos referentes para que días como este, tengan las horas.