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La nueva baja de paternidad no elimina roles de género, según el feminismo asturiano

Las feministas creen que ampliar a 16 semanas el permiso es “un paso hacia la igualdad”, pero “hay hombres que se lo toman como vacaciones”

La nueva baja de paternidad no elimina roles de género, según el feminismo asturiano

A partir del próximo 1 de enero, los permisos de paternidad serán de 16 semanas, un avance clave en igualdad y en derechos que era impensable hace solo unos años y que sitúa a España entre los países europeos más avanzados. De hecho, en poco tiempo el permiso ha pasado de una duración de cuatro semanas, en 2017, a equiparse completamente con el de maternidad, de forma que ambos progenitores puedan disponer de cuatro meses para el cuidado del bebé y las madres no se vean penalizadas en sus empleos, dado que los dos tendrán el mismo tipo de concesión laboral.

Además, el permiso es intransferible al otro progenitor y pagado al 100 por ciento, como exigía el movimiento feminista para que los padres no traspasen este tiempo a las madres ni se vean perjudicados en sus salarios y, por tanto, atraídos a no dejar sus empleos.

Si bien, el camino hasta aquí ha estado lleno de dificultades y aún se vislumbran piedras en el camino que pueden hacer que se perpetúe el rol de “la madre cuidadora y el padre ayudante”, según denuncia la Plataforma por los Permisos Iguales e Intransferibles por Nacimiento o Adopción (PPiiNA), integrada por 150 organizaciones y creada en 2005 con la única reivindicación de implantar en España los permisos de maternidad y paternidad igualitarios, un propósito revolucionario en aquella época.

En esta lucha, 85 organizaciones civiles se han unido a la PPiiNA a la hora de solicitar al Gobierno que elimine las “trampas” de la nueva normativa antes del 1 de enero o que al menos se comprometa a realizarlo en un futuro.

El problema de la nueva equiparación, según señalan estas organizaciones, es que contiene “una letra pequeña” que puede “frustrar este paso histórico” y perpetuar “una desigualdad sibilina, al mismo tiempo que parece que se avanza”, según María Pazos, coportavoz del movimiento. Y es que el diseño contiene, a su juicio, dos “trampas”: en primer lugar, la simultaneidad forzosa de las seis primeras semanas, que puede provocar que en este periodo muchos hombres sean “simples ayudantes” en los cuidados y que las empresas “tiren de ellos porque saben que están también las madres” a cargo del bebé, aunque sea con teletrabajo o labores informales.

Y, en segundo lugar, la necesidad de que las empresas autoricen en qué fecha los progenitores pueden disfrutar a tiempo completo del resto del permiso (las otras 10 semanas). Además, si se disfruta de las 16 semanas seguidas, las compañías tienen que hacer una única comunicación a la Seguridad Social, pero si el permiso se fracciona, por cada tramo hay que emitir un certificado nuevo. “Si la empresa se niega, al trabajador le quedará poco margen”, sostiene Pazos. Las entidades critican que sean las empresas las que tengan la última palabra sobre las últimas 10 semanas del permiso paterno.

De esta forma, se impide que el padre pueda tomarse 14 semanas (las dos primeras es aconsejable que se realicen tras el parto mientras la madre se recupera) cuando el otro progenitor se incorpore a su trabajo, de forma que el bebé esté el máximo tiempo posible al cuidado de sus padres. Asimismo, se dificulta que los hombres sean corresponsables de los cuidados al 100 por ciento.

Desde la Plataforma Feminista de Asturias consideran la medida “positiva” porque “contribuirá a reducir la discriminación que sufrimos en el acceso y mantenimiento del empleo y a la reducción de la brecha salarial”. Además, destacan, “supone un paso decisivo para la asunción de la corresponsabilidad de los hombres en la crianza de la descendencia”, explica su portavoz Eva Irazu.

Aun así, también ven algunas limitaciones, “pues los roles y estereotipos de género no han desaparecido”. Irazu apunta que “si bien hay hombres que sí están asumiendo su parte de corresponsabilidad en los cuidados de sus hijos, también los hay que están haciendo un uso del permiso como un tiempo de vacaciones”. Además, insiste Irazu, “sigue existiendo la percepción en parte del empresariado de que las mujeres vamos a priorizar la crianza frente al trabajo”. Para las feministas asturianas, “es un paso hacia la igualdad, pero hay que seguir trabajando en educación”.

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