El arquitecto Nicolás Arganza, premio “Castelao” de Arquitectura en 2019 y conocido por obras como la Facultad de Derecho, los colegios Meres y Santa Teresa de Jesús y el edificio del Banco de España en Oviedo, falleció ayer en su domicilio de La Fresneda (Siero). Arganza, que tenía 89 años, murió por causas naturales.
Nacido en Tineo en 1932, Nicolás Arganza era hijo de un abogado que se tuvo que exiliar tras la Guerra Civil, y que solo pudo retornar a España tras once años en Francia y Centroamérica. La vocación por la arquitectura le llegó siendo niño, mientras completaba sus estudios básicos, primero en el colegio Hispania de Oviedo y, posteriormente, en el San Francisco de Tineo. Con 16 años se marchó a estudiar Arquitectura a Madrid y allí descubrió otra gran pasión: el rugby. Arganza jugaba de talonador, en primera línea, y llegó a competir en el equipo nacional.
En los inicios de su carrera profesional trabajó con Los Álamos, hasta que pudo abrir un estudio por su cuenta. Se casó con Rosa Álvaro, con quien tuvo diez hijos. En el último cuarto del siglo XX, Arganza se consolidó como uno de los profesionales más reputados del sector, y fue un arquitecto clave en la expansión de Oviedo. Acaso su obra más conocida sea el edificio del Banco de España, localizado en la parcela del antiguo palacete de Concha Heres. Su diseño, impactante, creó escuela. “Yo había estado viendo una arquitectura de Leandro Locsin en Filipinas que me gustó mucho. Y después había estado en Egipto. En ese diseño hay una simbiosis entre los dos, y también con el concepto de una cosa que tuviese fuerza, que aprisionase el dinero debajo. Pensé que lo mejor era una chapa plegada que recordase un poco a la moneda para la parte de arriba”, relataba Arganza en 2019 a LA NUEVA ESPAÑA.
El fallecimiento de Arganza conmovió ayer a los arquitectos asturianos, que tenían a Arganza por un auténtico referente. El Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, de hecho, concedió a finales de 2019 el premio “Castelao” a Arganza, en reconocimiento a su trayectoria profesional. La entrega del galardón se concretó en un acto celebrado, precisamente, en el edificio del Banco de España.
“Nicolás Arganza fue un gran arquitecto y una mejor persona a quien conocí con motivo de la entrega del premio ‘Castelao’, y fue un gran descubrimiento para mí”, declaró ayer Alfonso Torre, decano del Colegio de Arquitectos, quien recordó además que el fallecido dirigió el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias y León entre 1975 y 1976.
Por su parte, el vicedecano del Colegio, José Ramón Puerto, recordaba a Arganza como un hombre “de una energía arrolladora” y a un arquitecto “que marcó una época por la forma en la que asimiló la herencia de la generación previa, la de los Castelao, los Vallaure y los hermanos Somolinos, que había introducido la modernidad”. “Arganza”, continúa Puerto, “asimiló las enseñanzas de esta generación y siempre buscó innovar en sus edificios, preocupándose además mucho por la parte de los edificios que no se ve”.
El también arquitecto Jorge Hevia, por su parte, destaca la “larga y comprometida carrera profesional” de Arganza y ese compromiso con el Colegio de Arquitectos. “En su dilatada trayectoria, no solo realizó numerosas arquitecturas residenciales, sino que también proyectó importantes equipamientos públicos, sobre todo los docentes”, señala Hevia, en alusión a sus relevantes diseños para edificios educativos. Hevia destaca, además, la concesión del premio “Castelao”, que destaca que se le concedió “por la funcionalidad de sus obras y por su integración en el entorno”. “Apostó por la excelencia profesional, y se la reconocieron”, resume Hevia, en relación a este reconocimiento.
Para Fernando Nanclares, la de Arganza es “una pérdida para la arquitectura asturiana, ya que era una persona muy importante y que marcó una época”. A juicio de Nanclares, que junto a su labor de arquitecto ha profundizado en el análisis y el estudio histórico de la arquitectura asturiana del siglo XX, la producción de Arganza configura “una obra muy sólida”, y destaca tanto sus construcciones de carácter educativo, como un colegio Meres que considera “muy significativo”, con una obra en el ámbito de las viviendas urbanas “muy atractivas”. En este sentido, José Ramón Puerto destaca los edificios de viviendas diseñados por Arganza para la plaza San Miguel, San Lázaro, el edificio de Viaducto Marquina esquina con Independencia o las Torres Blancas de Otero, donde usó estructuras prefabricadas, lo que era una novedad en Asturias.
El lamento por la muerte de Arganza alcanzó ayer a otras personalidades que, sin estar directamente relacionadas con el mundo de la arquitectura, sí tenían una relación de amistad con Nicolás Arganza. El escultor Fernando Alba lamentaba ayer la pérdida de “una persona muy interesante, con inquietudes culturales y artísticas, y con la que además era agradable estar y hablar, una persona en la que habitaba siempre un eco. Y que luego como arquitecto marcó una época en la ciudad de Oviedo y en Asturias”.
Por su parte, el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, se acercó ayer al tanatorio de Los Arenales, donde está instalada la capilla ardiente, para dar el pésame a la viuda de Arganza, al que le unía una relación de amistad. “Era un gran arquitecto, un tinetense enamorado de Asturias y un entrañable amigo al que admiraba y con el que compartí excelentes momentos. Es una gran pérdida para Asturias”, señalaba un afectado Canteli. El funeral por Nicolás Arganza está previsto para hoy, a las 14.00 horas, en la iglesia parroquial de Santa María de la Fresneda, en Siero.
