España quedó conmocionada la noche del 10 de junio con las noticias que llegaban desde Santa Cruz de Tenerife. El buque gallego 'Ángeles Alvariño' que se encontraba en las tareas de búsqueda de las niñas de Tenerife raptadas por su padre, Tomás Gimeno, había encontrado una bolsa de deporte atada a un ancla donde se encontraba el cuerpo de una menor. Todo indicaba el peor de los escenarios. Unas horas más tarde, fuentes oficiales confirmaban la trágica noticia. El cuerpo hallado sin vida, encontrado a 1.000 metros de profundidad en aguas del Atlántico, pertenecía a Olivia, la mayor de las niñas de 6 años de edad.  

Cronología de los hechos

Tomás Gimeno se llevó a sus hijas, Olivia y Anna el pasado 27 de abril. Al día siguiente y tras la denuncia de la madre a la Guardia Civil se activaron todos los protocolos de búsqueda para intentar localizar a las niñas desaparecidas. Todas las hipótesis estaban abiertas. Los investigadores descubrieron la lancha de Tomás a varias millas de la costa, vacía y sin ancla. Además, comprobaron los testimonios de los agentes que interrogaron a Tomás la noche del 27 abril, saliendo del puerto en su embarcación. Los hechos lo situaban en el puerto a las 21:30 horas cargando varios petates en su lancha, posteriormente volvió al puerto, solo, cargo su móvil y volvió al mar. Una vez allí, habló con Beatriz, madre de las niñas, "yo las cuidaré bien", le dijo. Horas más tarde se perdió el rastro de su móvil.

Violencia vicaria: Realizar el mayor daño posible a su expareja a través de sus hijos

Tomás Gimeno quiso realizar el máximo daño posible a la madre de las pequeñas ya que su intención nunca fue llevárselas sino asesinarlas. Resulta antinatural que un progenitor mate a sus hijos. El asesinato de Olivia, y posiblemente el de Anna, a manos de su padre resulta macabro y desconcertante. Nadie puede entender qué puede empujar a un padre a hacer eso con sus hijas. Los investigadores del caso creen que las sedó, las metió en dos bolsas de deporte y las lanzó al mar. Solo narrarlo estremece. Sin embargo los psicólogos forenses consideran que dramáticamente este tipo de filicidios es cada vez más común.

A raíz de lo ocurrido en Tenerife, el experto Juan Nieto no duda en considerar que detrás del asesinato subyace la instrumentalización parental. La violencia vicaria es, en realidad, una forma más de manifestarse la violencia de género o contra la pareja. Quizá la más cruel y dañina. Es una forma de ejercer violencia donde los progenitores emplean como un instrumento a los hijos menores con un objetivo específico, señala el experto, "hacer daño a la pareja".

La violencia vicaria es una de las formas más crueles de maltrato machista, y por desgracia, no es nuevo. Casos como el de José Bretón nos recuerdan que este tipo de maltrato se da con cierta frecuencia y que en España desde el año 2013, momento en el que se empezó a contar los datos de violencia de genero, son ya 40 menores (contando con la muerte de la pequeña Olivia) que han fallecido a manos de sus progenitores.

Sobre el perfil psicológico de Tomás Gimeno, padre de las niñas, Juan Nieto sostiene que es difícil hacer un perfil con la información que se conoce del caso, pero opina que puede ser importante ponerle nombre a este proceso de hacer daño a otra persona a través de los hijos. A esto se le denomina instrumentalización parental y es una forma de ejercer violencia donde los progenitores acaban utilizando a sus hijos como armas contra la pareja, generalmente la expareja. Esta instrumentalización acaba llegando al extremo en los filicidios, donde la instrumentalización acaba hecha asesinato.

La víctima: la madre

Frente al agresor, la madre. Beatriz está destrozada. El hallazgo del cuerpo de su hija Olivia ha roto su mundo. La esperanza de Tomás pudiera habérselas llevado lejos se ha desvanecido y es ahí donde entra en juego la extrema violencia con la que su expareja la ha golpeado. Raptó a sus hijas, le dijo que jamás volvería a verlas, las mató, las tiró al mar y presuntamente después se quitó la vida arrojándose también al mar. Los expertos coinciden en que es difícil lograr entender el dolor infligido a la madre de las niñas pero el director del Instituto Europeo de Psicología Positiva, Juan Nieto, ha destacado la importancia de encontrar los cuerpos de las niñas Anna y Olivia, pues aunque será una experiencia "tremendamente dolorosa", permitirá a su madre, Beatriz Zimmermann, "cerrar ese capítulo y comenzar el siguiente".

En una entrevista concedida a Europa Press, Juan Nieto ha incidido en que la primera "tarea psicológica" a la que se tendrá que enfrentar Beatriz es "el reconocimiento de la realidad de la pérdida". El psicólogo ha explicado que, habitualmente, ante experiencias traumáticas como ésta donde continúa la incertidumbre al no encontrar al fallecido, la mente activa diversos mecanismos de defensa como la evitación, la negación o la desconexión emocional para preservar la salud mental de la persona y esto puede llegar a dificultar y prolongar la asimilación de las experiencias dolorosas. Según Nieto, el duelo que tiene que afrontar la madre de las niñas es un proceso psicológico de asimilación e integración de la pérdida. "A medida que la persona avanza en el proceso de duelo va integrando gradualmente en su narrativa la historia sobre la pérdida", añade.