Pedro Simón, autor de “Los ingratos”, una novela ambientada en la España rural de los años setenta, asegura que “los pueblos deberían ser declarados santuarios de felicidad”. a Propone “invertir el orden de prioridades” para que los pequeños municipios tengan un sentido y en vez de convertirse en “un parque temático al que venimos los forasteros los fines de semana” sean lugares en los que ocurren cosas de lunes a viernes. Simón ha querido mostrar la ingratitud con la que se ha tratado a esos “paraísos perdidos” que constituyeron los pueblos de “una España en sepia”.