Crítica / Música

Sinfonismos para explorar los fondos de la inspiración

La música es un arte transversal. Difícilmente un artista puede crear sin influencias de otras manifestaciones o de otros autores, y tampoco produce sus obras aislado de su contexto cultural. Una obra es testimonio del autor y de su época. Estas reflexiones cruzaban mi mente tras la conversación con el profesor y compositor Luis Vázquez del Fresno en el descanso del concierto del viernes. Hablamos de la tendencia natural de buscar referencias de otros compositores al escuchar una obra. Las influencias entre los artistas permiten propuestas más innovadoras y dinámicas. A esto se le suma el bagaje creativo y técnico del creador, que con el tiempo ha de encontrar su propio espacio. Las influencias pueden definir en primera estancia el trabajo de un artista; se asumen de manera meritoria. Y este trabajo previo luego se transforma en busca de una personalidad artística propia.

Estas ideas conectaban en mi pensamiento con las posibilidades de una serie de conciertos bajo el título "Inspiración", como propone la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) en su temporada. Esta semana se celebró en el Auditorio ovetense la primera parada de estos programas, bajo dirección de Rossen Milanov, batuta titular de la orquesta. Pensemos incluso en la confluencia de las artes y las posibilidades de la música para interaccionar con otras manifestaciones. Las posibilidades son inmensas, incluso para explorar en los programas de la orquesta la convergencia de estilos y disciplinas, que también permitió en el siglo XX la renovación de géneros.

La "Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis", que compuso Ralph Vaughan Williams (1872-1958), encendió la mecha para éstos y otros planteamientos. Esta pieza valió al compositor británico su salto a la fama, y se basa en motivos musicales que extrajo de una de las piezas para salterio de Thomas Tallis, autor fundamental en la música inglesa del siglo XVI, y que luego se reutilizó en el himnario de la música sacra anglicana, como explicaba en las notas el musicólogo Eduardo G. Salueña, a cargo también de la conferencia previa al concierto. Hay que destacar la sonoridad de la OSPA en la interpretación de esta obra para cuarteto y doble conjunto de cuerda. La colocación separada de uno de los conjuntos, reducido a nueve cuerdas, acentúa el carácter pretérito de la obra, con esa sonoridad modal y solemne, mientras se expandía la obra de manera fluida en la OSPA, con rica inventiva armónica y de texturas, como si cada desarrollo fuese un diálogo o glosa para explorar las posibilidades del tema renacentista.

El plato fuerte de la velada ocupó la segunda parte, con la "Novena" de Bruckner: la sinfonía inacabada del austriaco, de gran calado emocional y muy sofisticada en su construcción. No en vano suele darse cierto temor aún hoy en el público cuando ve anunciada una sinfonía del calibre de las de Bruckner, temido por obras que algunos han considerado demasiado largas y uniformes. Esto explica las revisiones de los editores de esta sinfonía -¡para depurar sus "excesos"!-, retrasando la edición de su versión original, en 1932. En la interpretación de la OSPA sobresalió el primer movimiento, muy claro en su estructura en manos de Rossen, a través de su combinación de temas en un juego poderoso de intensidades. Del segundo movimiento me quedo con esas sombras que atraviesan el famoso "Scherzo" y su motor rítmico para acentuar cierta angustia, frente a la dulzura del Trío en la parte central, peligroso para los violines en su articulación. Resultó difícil que no decayera la interpretación en algunos bloques del "Adagio", si bien la OSPA remontó en el ecuador del movimiento final, cuidando los efectos de brumas y placidez que contrastan con la belleza de la instrumentación, de especial calado sonoro en los atriles de la OSPA.

Inspiración mística y religiosa, también para el recuerdo del trompista de la OSPA Roberto Álvarez, al que perdimos recientemente y al que rindieron homenaje sus compañeros de la sección de trompas interpretando el "Coro de Peregrinos" de la ópera "Tannhäuser", de Wagner, con el aplauso cálido del público del Auditorio de Oviedo.

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