Estridentes maullidos

Después de labrarse un correoso "prestigio" como sólido adaptador de historias mayormente de época para la televisión y desaprovechar un potente material en el largometraje "The Damned United", Tom Hooper puso su desangelada pulcritud formal al servicio de "El discurso del Rey"; típica producción prefabricada para lograr premios y encandilar a la audiencia que espera "historias como las de antes". O sea, personajes históricos en momentos cruciales con interpretaciones destacadas y hechuras clásicas a más no poder. Con "Los miserables" aterrizó en el mundo del musical destrozando plano a plano los valores artísticos originales, replegándose luego a zonas de confort con otro ejemplo elocuente de cine bien visto por la mayoría, y de acuciante falta de personalidad: "La chica danesa". Con esos antecedentes tan poco ilusionantes, era normal esperar lo peor de un complicadísimo musical que tiene en el talento de Andrew Lloyd Webber un pozo sin fondo de posibilidades creativas, pero que es muy difícil de poner en escena sin caer en el tedio o la vulgaridad, como sucedía con cierta adaptación estrenada en Madrid de efectos somníferos. Y no seré yo quien cuestione la campaña de considerar "Cats" como la peor película del año. Premiosa hasta la extenuación, abusando hasta la náusea de efectos digitales, realizada a estacazos, ridícula en bastantes momentos y totalmente equivocada en su forma de dar ídem a la fantasía felina, la desdichada película de Hooper mantiene una estructura teatral suicida cuando la llevas a la pantalla y logra lo imposible: que dos grandes como Dench y McKellen estén fatal, y que una canción como "Memory" emocione menos que un programa televisivo de Navidad. Por si no ha quedado claro: un horror.

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