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El día que Narciso dijo no al Oviedo: reunión con Bango, presidente azul, en León y llamada del rojiblanco José Manuel

“Irureta me quiso para el Logroñés y Osasuna quería firmarme para relevar a Michael Robinson y jugar en ataque con el Cuco Ziganda”, cuenta el canario, ahora ojeador de Las Palmas

Narciso, entre sus hijas Andrea y Laura, en el Estadio Gran Canaria.

“Creo que es la primera vez que cuento cómo fue todo esto”. Narciso Rodríguez de Armas (Montaña de Cardones, Arucas, Las Palmas, 5-10-1962) se traslada a las Navidades de 1987. “Estaba en León pasando las fiestas con la familia de mi mujer, que es de allí, y me llamó el Oviedo. Me citaron en el Hostal San Marcos. Fui un poco asustado. Venía el presidente, (José Manuel) Bango, con un contrato. Querían ficharme ya para la siguiente temporada. Les dije que prefería esperar, estaba peleando con la UD Las Palmas por la permanencia en Primera. Me fui sin firmar”, detalla. Meses después cambió Canarias por Gijón para vestir de rojiblanco las siguientes tres campañas. Ahora, aquel hábil delantero trabaja como ojeador del próximo rival de los rojiblancos.

Narciso era un futbolista con muchas novias en aquel final de temporada da la 1987-88. Acababa contrato, su equipo podía descender y varios equipos de Primera le tenían en su agenda. “Tuve llamadas de Mallorca, del Sabadell, del Logroñés me llamó directamente Irureta, que estaba de entrenador allí; Osasuna habló conmigo porque Michael Robinson iba a dejar el fútbol y querían que jugara arriba con el Cuco Ziganda...”, explica. Y entre todos ellos, apareció el Sporting. “Me llamó José Manuel (exgerente del club, ya fallecido) y le dije que no iba a hacer nada hasta final de temporada. Tengo mucho cariño a la UD Las Palmas, nos jugábamos permanecer, y quería centrarme en eso”, añade. Las Palmas bajó ese año.

Narciso le rompe la cintura a Julio Llorente, en El Molinón, en un Sporting-Real Madrid.

“De aquella no existían los representantes, o al menos los tenían muy pocos. En mi caso, mi destino iba a estar entre Osasuna y Sporting y para negociar mandé a Tonono”, desvela. Tonono lleva al frente de la cantera de la Unión Deportiva Las Palmas durante los últimos años, siendo uno de los “culpables” de la irrupción de futbolistas como Pedri. Antes de todo eso, fue amigo de infancia de Narciso. La relación siempre fue tan estrecha que Tonono se encargó de pactar las condiciones de su nuevo contrato. “Me fui para Gijón y puedo decir que es el lugar donde mejor me he sentido tratado después de Las Palmas”, dice Narciso. De su paso como rojiblanco quedaron 27 goles en 90 partidos oficiales. Sigue manteniendo una gran relación con Joaquín y Jiménez, además de visitar periódicamente Gijón junto a su dos hijas, Andrea, de 20 años, y Laura, de 12. Lleva mucho tiempo afincado en San Andrés de Rabanedo, municipio leonés que ralla con la capital y es la tierra de la madre de sus niñas.

En los últimos años, el exjugador del Sporting es miembro de la secretaría técnica de la Unión Deportiva Las Palmas, desempeñando ahora labores de seguimiento en Portugal, Francia y Turquía, además de España. En el plan de trabajo del fin de semana hay cita reservada el domingo, a las 20.30 horas. El equipo que le vio nacer recibe al que le vio crecer como futbolista.

“Sorprende esta última racha del Sporting, pero demuestra que la Segunda División es la categoría más difícil del fútbol español. Es la más competida y la única en la que si ganas dos partidos seguidos puedes subir seis u ocho puestos, y al contrario”, comenta el que fuera delantero del conjunto gijonés.

Al mismo tiempo reconoce que los suyos no pasa por su mejor momento. “Estamos muy contentos con el rendimiento de Jesé y Jonathan Viera, pero la Segunda es el día a día. No vale solo con jugar bien, hay que competir”, subraya Narciso antes de la visita del Sporting. Va con los de la casa y espera que se comprenda. “Mi sangre es amarilla y azul”, concluye.

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