Madrid, Agencias

El grupo de Bomberos de Castilla y León vivió el domingo una dura experiencia. Según relató el coordinador, Francisco Rivas, el grupo consiguió localizar a una muchacha de 14 años, sepultada y aplastada por el cuerpo de su madre muerta, en una casa totalmente derruida. El equipo logró liberar la cabeza de la menor, luego un brazo. En ese momento llegó un agente canadiense, que les instó a marcharse. Se habían producido disparos y la situación era muy peligrosa. Pidieron media hora, pero a los dos minutos los echaron a la fuerza diciéndoles: «O la vida de la niña, o la vuestra». Mientras se marchaban, pidieron a un grupo de haitianos que terminasen el trabajo. Desconocen si lo lograron. «Estamos totalmente frustrados», añadió. Los rescates se suspenden por la noche, por el riesgo de recibir un tiro. Eso y las escasas probabilidades de hallar supervivientes es lo que ha movido a un grupo de bomberos madrileños a arrojar la toalla: «Ya no hay nadie a quien salvar».

En el municipio de Leogane, al oeste de Puerto Príncipe, ha quedado destruidos el noventa por ciento de los edificios. Fue esta ciudad de 134.000 habitantes donde se situó el epicentro del terremoto que devastó el oeste de Haití el pasado martes. El número de fallecidos es incontable, pero las autoridades están preocupadas, sobre todo, por la suerte de cien niños que se encontraban en el interior de la escuela cuando se produjo el brutal temblor, que duró 48 interminables segundos.

El síndico de Leogane, que ha contado personalmente más de 4.000 muertos en su comunidad, no puede confirmar por el momento que los menores hayan fallecido, pero lo cierto es que la escuela se derrumbó completamente, y que los menores pueden haber muerto o estar atrapados en el interior del edificio.

El drama de Leogane se ha repetido en la mayor parte de las escuelas haitianas, que a las cinco de la tarde del pasado martes estaban repletas de estudiantes y muy pocos consiguieron salir a tiempo.