La Llaneza (Tineo),

L. Á. VEGA

El ajetreo de agentes y vehículos de la Guardia Civil que vivió La Llaneza (Tineo) en los últimos días, tras descubrirse que Tomás Rodríguez Villar, «Tomasín», había hecho unas compras en un supermercado de La Espina (Salas), se ha esfumado y se ha instalado la calma en la aldea. Pero es una calma aparente, porque la caza del hombre continúa. LA NUEVA ESPAÑA pudo comprobar que agentes de la Guardia Civil siguen apostados en la zona y que han preparado una trampa al presunto homicida de Manuel Rodríguez, «El Llanezo», su hermano, cuyo cuerpo se encontró el pasado 3 de septiembre en la cabaña que «Tomasín» utilizaba como vivienda y cuadra.

El cebo que han colocado al presunto homicida son sus propios caballos. Anteayer, miércoles, por la tarde, los agentes atrajeron con sal a tres de los seis que posee «Tomasín» y los encerraron en la cabaña donde fue encontrado el cadáver de Manuel Rodríguez. La puerta de la choza, que está fuera de sus goznes, fue asegurada con grandes piedras. Los guardias también cerraron el acceso a un prado situado junto a la cabaña. Otros tres caballos del fugado continúan en los montes cercanos al pueblo.

Un agente vestido con ropas de camuflaje se encontraba ayer al mediodía apostado ante la cabaña, en medio de la maleza, posiblemente esperando que el presunto homicida acudiese a recuperar sus caballos. Más arriba, en puntos por donde se supone que podría pasar, se instalaron otros guardias. No se vio ayer por la mañana ningún vehículo de la Guardia Civil en La Llaneza, lo que hace suponer que los guardias pasaron toda la noche en el monte a la espera de que el sospechoso se dejase ver. Pero no ocurrió nada.

Como indicó el delegado del Gobierno, Antonio Trevín, anteayer miércoles, se trata de buscar la forma de detenerlo sin que se haga daño o haga daño a otras personas, incluyendo los agentes. Se presume que será una detención violenta y que «Tomasín», el «Rambo de Tineo», como han llegado a llamarlo algunos, puede ofrecer una gran resistencia. Además, si ha sido efectivamente él el autor de la muerte de su hermano, podría ir armado.

Claro que hay otras vías de investigación. Y una de ellas viene determinada por la presencia, en los días previos al crimen, de unos portugueses que tendrían cuentas pendientes con la víctima. Pero este extremo no se ha podido confirmar y la vía principal es la que conduce al hermano desaparecido.

La discreción del despliegue fue tal que hasta los propios vecinos aseguraban ayer no poder comprender que, después de la demostración de fuerza de días anteriores, ésta hubiese cesado de repente. «No ha venido nadie en todo el día», aseguró uno de los vecinos , Tomás González, viudo de la mujer que falleció en un incendio en el mismo el pueblo una semana antes de crimen.

La espera de la Guardia Civil no obtuvo, sin embargo, fruto alguno. La capacidad para escabullirse de «Tomasín» está sorprendiendo a todo el mundo y empezando a agotar la paciencia de los agentes de la Benemérita. Parece que buscan un fantasma. Nadie se explica que no le haya podido echar el guante en todo este tiempo, cuando se sabe que el presunto homicida ha bajado varias veces al pueblo.

Parece casi una burla de «Tomasín» a los agentes, pero se sabe que en los últimos días estuvo segando en un prado junto al pueblo. Los guardias han encontrado una guadaña que pudo ser utilizada por el presunto homicida, que el viernes pasado volvió a La Llaneza en taxi tras comprar víveres para un mes en un súper de La Espina. No utilizó el camino que baja hasta las tres casas del pueblo, sino uno paralelo a éste, que desemboca casi en la vivienda de su familia y desde el que puede accederse fácilmente a la cabaña. Se desconoce qué medio de transporte pudo utilizar para llegar a La Espina, aunque también es verdad que esta localidad está relativamente a poca distancia de los montes donde supuestamente se esconde, y que pudo realizar el trayecto andando.

Lo chocante es que presentaba buen aspecto, estaba aseado, lo que hace pensar que tiene acceso a agua en abundancia. Se le cree refugiado en alguna cueva o en el interior de una mina abandonada hace ya muchos años, y que habría habilitado como vivienda. Lo que sí es seguro es que ha estado preocupándose por sus caballos durante este mes.

En el día de ayer, el portón de la cuadra de la casa familiar de «Tomasín» estaba abierta. El vecino Tomás González mostró su extrañeza y se preguntó si la había abierto el presunto homicida, en una muestra más de su capacidad para moverse por la zona sin dejarse ver en absoluto. «¿Que si tengo miedo? ¡Cómo no lo voy a tener! Esto ya dura demasiado, tienen que hacer algo para cogerlo», aseguró.

El paisano contó una anécdota para explicar hasta qué punto tienen metido el respeto en el cuerpo. «Ahí atrás se nos puso una vaca de parto. La sentimos como a las tres de la mañana. Me preguntó el hijo que si íbamos, pero yo le contesté que si se atrevía a ir por ahí abajo de noche, y al final lo dejamos para las siete. Para esa hora la vaca ya había parido, había limpiado al ternero y le había dado de mamar», relató este vecino.

Mientras en La Llaneza los vecinos viven en tensión por la prolongada búsqueda de «Tomasín», su padre, Antón Rodríguez, está ingresado desde anteayer miércoles en el asilo de ancianos de Tineo. Hasta entonces había permanecido en casa de sus sobrinos en Llanoriego, también en el concejo tinetense. Ayer, a este hombre de edad muy avanzada se le veía en el asilo totalmente ajeno al drama que se vive en La Llaneza.

La Guardia Civil está agotando sus tácticas para dar con el presunto homicida de Manuel Rodríguez, «El Llanezo». Se han llegado a instalar en el monte dispositivos de detección de última generación, pero «Tomasín» continúa reinando en los montes junto a La Llaneza, como un fantasma de otros tiempos.