Instituciones Penitenciarias ha decidido trasladar de manera inminente al doble parricida de Moraña a una cárcel fuera de Galicia ante el elevado y creciente riesgo de agresiones por parte de otros reclusos, entre ellos algunos del mismo municipio y sabedores de la gran conmoción que el atroz crimen de las pequeñas Amaia y Candela, que fueron asesinadas por su padre con una radial el pasado viernes, ha generado entre los vecinos. La activación de protocolos para evitar sucesos violentos entre los presos parece resultar insuficiente en este caso para garantizar la integridad física del por ahora únicamente imputado David Oubel, a quien diversos reos están amenazando de muerte desde el sábado que ingresó en la prisión pontevedresa de A Lama.

La medida se materializará en las próximas horas e, incluso, pudo haberse realizado ya esta madrugada ante el elevado riesgo de agresiones que apuntan desde el recinto penitenciario. El destino del preso serán unas dependencias situadas fuera de la comunidad, pero no se ha querido precisar exactamente qué prisión será la que lo acoja para atenuar la repercusión entre la población de internos. La intención es que su ingreso pase lo más inadvertido posible para evitar situaciones de potencial peligro como las que se estaban empezando a advertir en las poco más de 72 horas que hasta ayer habían transcurrido desde que la juez de Caldas decretó su ingreso en prisión.

David Oubel permanece desde entonces en la enfermería de la cárcel de A Lama, separado de los demás presos. Fuentes de la prisión han indicado que el presunto parricida se ha convertido en blanco de las amenazas de otros reos desde que llegó. Los gritos de "asesino", a los que se suman frases que el criminal escucharía con total claridad y que le advierten de una muerte próxima, son frecuentes.

Además, se ha recalcado que otra de las circunstancias que también han pesado en la decisión del traslado es la presencia en las celdas de A Lama de un grupo de presos oriundos de Moraña. El atroz crimen ha suscitado conmoción en la cárcel, según los funcionarios. "Aquí la gente también tiene corazón," indicaron. Lo ocurrido causó "gran consternación".

El alcance que entre la población de internos han tenido los macabros hechos obligó en su momento a poner en práctica planes de prevención para que el supuesto asesino no fuese agredido, puesto que la llamada "ley de la cárcel" suele fijar su atención en quien comete crímenes contra niños, razón por la que se han extremado medidas para proteger su integridad. Varios trabajadores de la prisión confirmaron la aplicación del procedimiento antisuicidio. Y estas fuentes también indicaron que, pese al horror que habría causado y el ambiente tan hostil y amenazante que se ha encontrado en la cárcel, la actitud de David Oubel parece estar lejos de la del arrepentimiento y sigue siendo "muy prepotente".

El fiscal Alejandro Pazos, que ha indicado que éste podría ser el primer caso en el que se solicitase la prisión permanente revisable, no ha descartado que se realice una reconstrucción de los hechos, aunque ello depende de lo que avancen las investigaciones de la Policía científica.

La primera fase de las testificales se da por concluida después de dos días de intensa actividad, en las que el fiscal ha tomado declaración a seis personas, entre ellas varios familiares. El parricida habría remitido varias cartas de suicido, según algunas informaciones, y una familiar cercana habría sido la primera en acudir a la vivienda. El fiscal considera que las informaciones recabadas son relevantes y que compensan "el esfuerzo mental y afectivo" al que han sido sometidos los testigos.

El padre, a tratamiento

El padre de David Oubel, con el que vivió muchos años en Avilés, antes de regresar a la localidad de Moraña con la familia, tuvo que ser asistido en la mañana del viernes, tras conocer lo que su propio hijo había hecho con sus nietas. Cuando se extendió el rumor de lo ocurrido, el hombre trató de acceder a la vivienda, pero los agentes de la Guardia Civil se lo impidieron. Dentro de la casa reinaba el horror, según fuentes de la investigación. David Oubel habría decapitado a sus hijas, pero también les habría mutilado el rostro con la radial que había comprado el día anterior en un establecimiento, con cuyo dependiente bromeó amenazando con cortarle la mano.