Una adolescente china de 16 años mató a su madre de hambre, en represalia porque sus progenitores la habían ingresado en un centro de tratamiento contra la adicción a internet conocido por su dureza. La joven se entregó a las autoridades en la provincia de Heilongjiang (Noreste) y explicó que había atado a su madre a una silla durante una semana y no le dio de comer. Durante ese periodo, envió por teléfono móvil fotos y vídeos a una tía exigiendo dinero a cambio de liberar a la cautiva, pero para cuando lo consiguió su madre estaba muy grave. Poco después murió.