La acusación particular en la causa por el asesinato de la joven zamorana Laura Luelmo se ha tomado "con prudencia y cautela" la nueva versión del asesino confeso Bernardo Montoya, y no otorga mucha credibilidad a su nueva explicación de que fue una exnovia suya la que acabó con la vida de la profesora en El Campillo (Huelva).

Así lo explicó ayer Miguel Becerro, quien junto a Patricia Catalina representan a los padres de Laura Luelmo en la causa judicial, después de que se haya conocido el cambio de versión que Montoya ha dado a conocer a su abogado, Miguel Rivera, y a algunos funcionarios de la prisión de Sevilla II, donde permanece recluido. Según los letrados de la acusación, cuando detuvieron a Montoya "hubo muchas cuestiones inverosímiles en su relato que poco a poco cayeron con las pruebas que fue encontrando la Guardia Civil, cuyos miembros, por cierto, no hallaron restos biológicos de ninguna otra persona en la casa de Montoya".

El abogado de Montoya, Miguel Rivera, ha asegurado que "las pruebas existen", si bien admitió "la dificultad que puede haber ahora para encontrarlas, después de dos meses". Asimismo, indicó que Montoya, pese a que en su día se confesó autor de la muerte, sostiene ahora que "no quiere comerse un marrón" que no es suyo, y afirma que la asesina es una expareja suya, de nombre Juana, a quien conoció en la cárcel Puerto 3.