La capital valdesana está de luto por el fallecimiento de Íñigo S. L., de 15 años, que perdió la vida tras precipitarse por un acantilado de la zona de Villar, muy cerca de la residencia familiar. La noticia provocó una profunda conmoción en Luarca, donde el joven era muy querido y también sus padres: él es docente en el instituto Carmen y Severo Ochoa y ella es psicóloga y logopeda, con una clínica en Navia.

La búsqueda del joven comenzó el martes a las siete de la tarde después de que sus padres no le localizaran y dieran la voz de alarma. Se desplegó entonces un importante dispositivo que logró localizar el cuerpo en torno a las nueve de la mañana de ayer. El helicóptero Helimer, de Salvamento Marítimo, lo izó con ayuda de un rescatador hasta la parte superior del acantilado. Fuentes conocedoras de la investigación confirmaron que se descarta la acción de terceros y señalaron que el joven dejó una nota escrita y que una de las hipótesis que se baraja sobre las causas es un desengaño sentimental.

"Era un niño ejemplar y muy querido. Es una pérdida muy grande y estamos todos muy disgustados", expresó la directora del instituto Galileo Galilei de Navia, Eva González, donde estudiaba el joven, aunque era también muy conocido en el instituto luarqués, donde su padre trabaja como profesor de Filosofía desde hace años. Su director, José Ignacio Nieto, se mostró muy afectado: "Somos profesionales de la educación y que suceda esto no puede entrar en la normalidad".

El fallecimiento del valdesano, que dejó rotos de dolor a sus padres, también hizo mella en el mundo del fútbol, donde era muy conocido, especialmente en la Unión Deportiva Castros, de Coaña, donde jugaba. "Era un chico excelente, se va a notar mucho su pérdida", señaló el presidente del club, José Antonio Martínez. "Esto es un palo gordo porque era un chico con un gran comportamiento y educación. Todos los chavales y los directivos estamos que no nos lo creemos", añadió el presidente de la entidad, que el joven sentía como propia. Jugaba como portero en el equipo cadete y el año próximo pasaría a la categoría juvenil. "Vivían el fútbol, tanto él como su padre; son familia del club", afirmaron desde la entidad coañesa. No en vano, no solo acudía a los partidos que le tocaba jugar sino que no faltaba a los encuentros del regional: "Decía que él hasta que se jubilara no se iba, que era su club para siempre. Era una maravilla de chico". También desde el Fútbol Sala Boal, donde el joven jugó cuando era un niño, colgaron ayer en sus redes sociales una nota de condolencia: "Defendió nuestros colores dando sus primeras patadas a un balón, en los años 2012-2013. Queremos expresar nuestro dolor y dar todos nuestros ánimos a sus padres, amigos y compañeros de la U. D. Castros".