La familia de Adrián Gancedo Solares, el hombre de 34 años asesinado a puñaladas tras una disputa en un bar de Villaviciosa en noviembre de 2017, puede respirar un poco más aliviada. El responsable del crimen, Brayan Tuero, ahora de 23 años, acaba de ser condenado a 17 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía y a otros diez años de libertad vigilada en los que deberá llevar siempre un dispositivo electrónico de localización y residir en cualquier lugar que no sea Villaviciosa, entre otras medidas. El condenado, que ya tras el juicio, en julio, anunció su intención de recurrir la sentencia después de que el jurado popular le considerase culpable -con siete de nueve votos-, cumple prisión preventiva desde que fue detenido al día siguiente de la muerte de su víctima. En el Centro Penitenciario de Asturias se enteró ayer del fallo impuesto por la sección octava de la Audiencia.

La sentencia, que se sustenta en el acta del jurado popular, ve probado que Brayan Tuero tratase de quitarle un cigarrillo a su víctima. Apenas quince minutos después, al salir del local, volvieron a enzarzarse "mediante empujones mutuos, puñetazos y patadas". Fue el momento en el que una amiga del reo intervino, lo que provocó que tanto ella como Adrián Gancedo acabasen en el suelo. Brayan Tuero "aprovechó la situación para darle tres puñaladas por la espalda con una navaja que portaba escondida entre sus ropas" que le provocaron otras tantas heridas, ninguna de ellas mortales.

Tras este primer ataque, y aquí radica la clave del caso, el jurado popular vio claro -tras los testimonios forenses y de los testigos- que Brayan Tuero, "que se había alejado unos cincuenta metros" de su víctima, "regresó y aprovechó para acometer de nuevo y de frente pero sin riesgo para su propia integridad" al ver a Adrián Gancedo aturdido. En ese momento, prosigue el magistrado en su sentencia, Tuero "le propinó, con ánimo de acabar con su vida y con fuerza, tres navajazos, uno a la altura del corazón". Fue esta última puñalada la que le costó la vida a Gancedo, que se sentó en un bordillo tras el ataque, perdiendo el conocimiento y falleciendo poco después.

En el juicio, el único acusado pidió perdón a la familia por el fatal desenlace, y aunque reconoció la autoría del crimen negó que sus intenciones fuesen las de matar a su víctima. "Me daba asco a mí mismo, no tenía ganas de vivir, ni familia, ni cariño, solo la droga desde los 13 años", explicó Brayan Tuero para empatizar con los miembros del jurado tras dar la imagen de que los hechos fueron una pelea entre dos personas con distinto resultado para los implicados. El mazazo a sus aspiraciones todavía estaba por llegar, y ocurrieron en las sesiones siguientes del juicio, cuando los forenses aseguraron que su víctima "no tenía las lesiones típicas de defensa" -de ahí la alevosía- y luego, los expertos en toxicología, confirmaron "el consumo esporádico" de drogas en Brayan Tuero, "pero no habitual". Ni su último alegato le libró de la culpabilidad de un delito de asesinato.

La condena, que será recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), implica diez años de libertad vigilada a contar desde que complete los 17 años de prisión. Esa "libertad" implicará la prohibición de acercarse a los padres de su víctima, representados por el abogado Rubén de los Dolores, y de la hija de Adrián Gancedo, representada por la letrada Inés Carballo, a una distancia inferior a los 500 metros. A ellos deberá indemnizar, según esta sentencia de la Audiencia, con 182.335,5 euros para la hija del fallecido y con 62.649 euros para cada uno de los progenitores.