Diputada del grupo parlamentario de IU en la Junta General del Principado | Secretaria de política institucional de IU Asturias

Neopobres

La necesidad de que el Gobierno cumpla la promesa de una ley de derechos vitales básicos

Nos enfrentamos a un modelo de sociedad cada vez más aséptica, que premia el individualismo de los intereses y las oportunidades; en definitiva, una sociedad con gran déficit empático.

Esto, electoralmente hablando, se ha transformado en largos periodos de gobierno de partidos que desarrollaron políticas reaccionarias que asumen como natural la desigualdad social, abogando por la caridad, la misericordia y una beneficencia "lavaconciencias" mediante el asistencialismo puntual.

Primero nos hicieron creer que en este país no existía la clase trabajadora: todos éramos clase media, esa clase media de mentira que al albur de la burbuja inmobilaria no le quedó más remedio que hipotecarse hasta las orejas para poder disponer de una vivienda bajo la que formar un hogar, porque en nuestra España lo del alquiler asequible nunca fue una opción promovida por los sucesivos gobiernos. ¡Ay, las hipotecas, esas que han sido y son el yugo que ancla a muchas familias al fondo del pozo!

En el tiempo que nos creíamos esa mentira al son del "España va bien" explota la bola y miles de familias trabajadoras pasan a engrosar la lista del paro, despiertan de esa ensoñación de la falsa clase media mientras escuchan estupefactos que los mismos que se han dedicado a robar a manos llenas intentan culpabilizarlos diciendo que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". ¡Vaya burla!

¿Quizá no interesa ahondar más? La pobreza trae consigo desesperación, ignorancia y precariedad; en definitiva: mano de obra sumisa y barata.

Bajo el paraguas de "lo que dicta Europa" nos imponen el "apriétense el cinturón" con sus políticas de recortes en servicios públicos, privatizaciones, reformas laborales; aplicando la tijera de podar el sistema del "medioestar", pero no a todos: a los de siempre y el resultado es que somos el país más desigual de toda Europa.

Nada nuevo bajo el sol. Parece que hemos aceptado como pueblo que somos títeres en manos de políticos de moqueta y sillón. Pero hay un punto de inflexión en el sentir general cuando la crisis azota de manera fulminante a millones de personas y ahí, ahí es cuando empezamos a ver que la pobreza no es exógena, que ya no sólo es la que duerme en los cajeros y le ponemos cara, nombre, apellidos, a veces incluso los propios.

Vemos que el estereotipo de personas sin recursos, de excluido social se quiebra. Ahora somos nosotros los desahuciados, los desempleados o los trabajadores con salarios precarios que hacen que no podamos pagar las facturas, el agua, la luz, calefacción, la matrícula universitaria, el dentista. Crece la indignación con aquéllos en los que, con su gobernanza, lejos de paliar la pobreza y mucho menos prevenirla, nos han metido hasta el cuello en ella. Sin anestesia.

En Asturias, afortunadamente el impacto de la crisis ha sido menor, como así lo demuestran los datos de pobreza publicados anualmente, porque en esta comunidad se había construido un modelo de protección social avanzado, como es el salario social básico, del que podemos decir orgullosos desde IU que somos los padres y madres de la criatura. ¡Vaya si las ideologías y las políticas influyen en la vida de la gente!

En IU siempre hemos considerado el gasto social como inversión indiscutible. Tenemos el compromiso de transformar la sociedad luchando contra la desigualdad, compromiso que nos esmeramos cada día en trasladar a la ciudadanía con nuestra acción política; impulsando, además en estos momentos, la comisión especial de estudio sobre la situación de la pobreza y desigualdad social de nuestra comunidad autónoma.

No es sólo el momento de revertir los recortes, sino de reconstruir un sistema de protección que evite dejar a buena parte de la sociedad en el camino. Es el momento de construir derechos de ciudadanía, derechos tan básicos como disponer de unos recursos y servicios básicos que permitan a las familias vivir con dignidad.

La sociedad asturiana en su conjunto y muy especialmente la que se encuentra en situación de vulnerabilidad ha de poder beneficiarse de más y mejores recursos humanos y materiales que eviten la transmisión de la pobreza de padres a hijos, que atienda de manera prioritaria las ayudas a las familias monoparentales, el fenómeno de la pobreza infantil y de los trabajadores pobres.

Con ese convencimiento IU recogió esta prioridad irrenunciable en el acuerdo de investidura de Javier Fernández: una ley de derechos vitales básicos.

Es imprescindible que el Gobierno de Asturias haga los deberes y presente una ley de garantía de mínimos vitales que consolide para el futuro, con independencia del color de los gobiernos, un sistema de protección de derechos: a ingresos mínimos, a la protección de la infancia, vivienda digna, educación, sanidad, prevención y atención a la dependencia y la discapacidad. Construir con la base de la experiencia y en colaboración con el tercer sector un sistema ágil, basado en la intervención integral con las familias, la inserción sociolaboral, la conciliación familiar. En definitiva reinventar un modelo que sume y coordine recursos existentes de diversas consejerías y de los ayuntamientos y que innove en el enfoque para dar respuesta a los nuevos perfiles sociales vulnerables.

Hoy esa ley puede ser una realidad.

Compartir el artículo

stats