La columna del lector

Banderas, himnos y transgresores

Me subleva el estado de exaltación permanente de ese nutrido número de imbéciles que amparados en la libertad de expresión o el sentido del humor insultan la bandera, silban al himno, ofenden indiscriminadamente los signos religiosos... No lo soporto, es ofensivo, es una afrenta indeseable.

¿Por qué lo hacen? ¿Se le ocurre a usted algún motivo entendible, que no coherente? A mí sólo se me ocurre uno: cobardía. Quien para ser protagonista, satisfacer su ego, salir en la prensa y abrir alguna portada de telediario, hiriendo gratuitamente los sentimientos de otros, se haga un Dani Mateo, empuercando la bandera de España, la de todos, con mocos verdosos y malolientes, es (con perdón) una auténtica mierda pinchada en un palo. Una vergüenza, vamos.

Tú, amigo transgresor, eres un acomplejado, un asocial, un cobarde, un patriota de pacotilla, absolutamente incapaz de quemar la bandera rusa en la plaza de Moscú, o una bandera americana en la plaza Union Square de Nueva York, o hacerte un Willy Toledo en la Meca, o un Rita Maestre en el Vaticano, o pitar el himno ruso en el estadio del Spartak, o insultar y menospreciar a Mahoma en la Meca... y así un largo etcétera de "imposibles", que en nuestro país te salen absolutamente gratis, por desgracia. No queremos, amigo transgresor, ilustre orate, carapiña, que nos uses de rehenes para satisfacer tus bajos instintos, superar tus complejos y cobrar protagonismo, haciéndonos sentir mal, con el único fin de que hablen de ti. Háztelo mirar, hombre, vete a un psiquiatra. Todas esas gilipolleces... tú solo, en tu casa; mejor en el baño de tu casa, y cuando concluya tu sesión onanista-patriótica, limpia tus excrecencias escatológicas físicas y no olvides tirar de la cadena.

No sufras ni padezcas porque los sufridos contribuyentes tengamos que pagar un plus para desatascar las tuberías municipales de tanta estulticia y mala baba. Contribuiremos gustosamente. Con Dios.

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