Secretaria de Educación, Universidaes y Normalización Llingüística de la FSA-PSOE

La cooficialidad, el marco constitucional y el respeto

La defensa del asturiano no implica alimentar la deriva nacionalista

La campaña orquestada por los partidos ultraconservadores en contra de la cooficialidad del asturiano resulta tan exagerada, destructiva, venenosa? que sería de justicia que se volviera en su contra. Señalan que los partidos que defienden el asturiano, y en su caso, el eonaviego, huelen a independentismo catalán. Quizás debido a ello, se atrevan a calificar con agresividad a las personas que defendemos una lengua milenaria como la asturiana, de asturtzales. Los asturianos y asturianas no tenemos ningún problema en sentirnos ciudadanos de Asturias, de España, de Europa y del mundo. En Asturias no existió, no existe, ni parece verosímil que vaya a existir, una deriva nacionalista. Lo único que existe es apego a nuestra tierra, a nuestras tradiciones, a nuestra cultura y a nuestra llingua. Y ese apego continúa a pesar de que, como denuncia el escritor Fulgencio Argüelles, son muchos los estudiantes asturianos que, como a él, les "robaron la lengua asturiana" y lo hacían a reglazos, porque en la escuela de los años 60, había profesores que les obligaban a hablar español, "el idioma universal y el del imperio".

La filósofa y escritora Amelia Valcárcel está convencida de que se necesita otorgar un estatuto jurídico de mayor fortaleza a una lengua, ya que es un bien a defender. El prestigioso escritor Xuan Bello incide que defender el asturiano y la oficialidad no supone iniciar una batalla contra el castellano, ya que como dice "el castellano es tan mío como el asturiano". Por otro lado, el poeta y director del instituto Cervantes, Luis García Montero, cree que "es una riqueza poder convivir entre el español y el asturiano"; el responsable del área de cultura, el también asturiano Martín López-Vega subraya que para la institución la lengua de Asturias "es un idioma más de España", y le gustaría que adquiriera rango oficial.

Afirmaba Gabino de Lorenzo, exalcalde de Oviedo del Partido Popular, que la lengua asturiana no "conoce de ideologías", y que es la raíz de nuestro pueblo, por lo que pedía no abandonarla a su suerte, ya que se perdería en dos generaciones. Otros destacados miembros de su partido, como Aurelio Álvarez, José A. Noval, Pilar Fernández, Isidro Fernández Rozada, Isabel Pérez Espinosa, pidieron en su momento la oficialidad. ¿Por qué ahora el PP ha radicalizado tanto su discurso? ¿Por qué Mercedes Fernández, defensora también en su día de la oficialidad, se empeña en pintar un panorama apocalíptico si el asturiano pasara a ser oficial?

Es comprensible que una buena parte de los votantes de estos partidos-yos choquen a esgaya estas actitudes en contra del asturiano ya que entienden la necesidad de protección de esta gran riqueza cultural. Resultan de una gran simpleza algunos de los argumentos que utilizan: el asturiano no se puede normalizar porque existen muchos "bables". No deberían ocultar que esta fragmentación dialectal se observa en todas las lenguas. Es cierto que en nuestra comunidad existen tres grandes áreas (Occidental, Central y Oriental) que proceden del mismo tronco lingüístico: el asturiano, que responde por tanto a un mismo conjunto lingüístico. Esta diversidad lingüística es producto de la riqueza de la lengua, como bien se sabe. Por lo tanto, este rechazo tan visceral no sé si responderá a la ignorancia, a la prepotencia, o quizás a ambas, aunque lo más lógico es buscarlo en ese perverso objetivo de perseguir rédito político, aún a riesgo de polarizar la social y atentar contra la pervivencia de esta lengua milenaria.

¿Acaso pretenden hacernos creer que los padres de nuestra Constitución emanaban tufo nacionalista y radical por afirmar en su artículo 3.2. "las otras lenguas españolas serán también oficiales en sus Comunidades Autónomas"? y ¿Qué pensarán entonces del expresidente Aznar y su gobierno por haber ratificado la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias? Con actitudes tan sectarias justifican que sea la oficialidad el único instrumento útil que garantiza la supervivencia de cualquier lengua, ya que si el asturiano está estigmatizado es precisamente por no estar suficientemente protegido.

¿Cómo se puede poner en peligro un patrimonio de tanto valor simplemente para obtener un dudoso rédito electoral? ¿Qué propósito tenía el señor Casado cuando dijo que nadie habla bable? No hace mucho que la presidenta del PP de Asturias, junto con diferentes cargos políticos, que hablaban "asturiano como los que más". Entonces, ¿quiénes son los demás, acaso marcianos? Ante esta incoherencia, nuevamente se lanzan a un malabarismo dialéctico puntualizando que ellos hablan el asturiano de Xixón, de Tinéu o de L'Infiestu.

Cuesta entender determinadas posturas y justificaciones que tan solo atentan contra el patrimonio cultural inmaterial y el legado invaluable de las tradiciones y expresiones orales de nuestra comunidad. Los dirigentes de un partido tan tradicional deberían hacer suyas las palabras de Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO: "la lengua es mucho más que un medio de comunicación: es la condición misma de nuestra humanidad. En ella se sedimentan nuestros valores, nuestras creencias, nuestra identidad y se transmiten nuestras experiencias, y nuestros saberes. La diversidad de lenguas refleja la riqueza irreductible de nuestros imaginarios y de nuestros modos de vida". Espero que esa competición electoral por los votos de ultraderecha no les haga seguir en esa incomprensible e impresentable actitud en contra del asturiano y dejen de tildar a los que sentimos cariño por la llingua asturiana y tratamos de defenderla de sus ataques furibundos, de estúpidos, ignorantes, paletos independentistas? Hoy más que nunca, es preciso que todas las fuerzas políticas entendamos, antes de que sea demasiado tarde, que la única manera de asegurar la trasmisión generacional y la supervivencia de un patrimonio único viene de la mano de un marco jurídico de cooficialidad, el marco constitucional que defiende la diversidad lingüística basada en la convivencia y el respeto de todas las lenguas.

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