El movimiento cultural postmoderno, con su oposición al racionalismo y su culto al individualismo, en cóctel con las Nuevas Tecnologías Digitales, aproximando el universo al sofá, producirá seguramente dentro de una generación, un modo de ser y de vivir totalmente desconocido para quienes bebimos de la cultura de la última mitad del siglo XX. Probablemente todo será mejor; porque coincido con un gran historiador en pensar que la Historia se parece a un espiral con una zonas a la luz y a la sombra y, aunque tras la luz viene la sombra, de nuevo se llega a la luz y se ha ascendido una vuelta. Lo que desde luego será irreconocible es el hogar, ámbito para la formación inicial, encuentro para la comida en común, espacio para la comunicación de inquietudes y aspiraciones, cátedra para fluir la experiencia desde los mayores a los más jóvenes. Ahora alguien plantea que si a la fabada, tocino o panceta. Los mayores decimos: ¿Fabada? ¡Fabada la que ponía mi madre! Y lo decimos todos; es decir que cada madre hacía la mejor fabada. Hoy su lugar lo tomaron la hamburguesa, los espaguetis y los nuggets. Tal vez el mundo será mejor, pero incomprensible para los de la fabada.
El paragües