La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Velando el fuego

Aquí falla algo

Un debate sobre la escasa solidaridad actual

Hace unos días participé en un debate de mostrador que prometía ser muy interesante. Me uní a tres personas que estaban acodadas en la barra del bar en el que como ya he dicho varias veces acostumbro a tomar mi primer descafeinado del día y donde en esos momentos se ahondaba en un tema estrella, la solidaridad. Aunque en esta ocasión tenía un matiz negativo, puesto que los intervinientes intentaban buscar los motivos que hacen posible el bajo nivel de la misma en la actualidad, las razones que sirvan para explicar la escasez de agua de sus canales comunicativos.

En este punto del orden del día los parroquianos habían llegado ya a una conclusión que parecía a punto de convencer a todos: las ventajas del progreso habían hecho posible en muchos casos una mayor calidad de vida, pero, a la par que crecía esta, se iba desarrollando también una sensación de individualismo cada vez mayor. Uno de esos tertulianos lo constató desde su experiencia rural. Como sabéis, dijo, vivo en un pueblo, y allí antes era fácil que nos reuniéramos para ayudarnos en las tareas del campo, para levantar un tejado o para echar una mano a un vecino que estuviera necesitado económicamente. Pero eso se acaba, apostilló en un tono de tristeza. Como quiera que ese fue el momento en el que yo me incorporé al debate, me preguntaron mi opinión al respecto, a lo que contesté que estaba de acuerdo con todo lo que se estaba exponiendo. Y como estoy convencido de que el mejor espejo en el que se pueden reflejar las pulsiones humanas es la literatura, les resumí uno de mis relatos favoritos que, en este caso, guardaba absoluta relación con el asunto del que se trataba.

"El final de la disnea", comencé, fue escrito por Mario Benedetti. En Montevideo vive un grupo de asmáticos (alguien, en tono resentido, los denominó "la masonería del fuelle") que se distinguen y se atraen desde lejos: un leve hundimiento del pecho, una nariz que aletea casi imperceptiblemente o unos labios un tanto resecos? Forman una comunidad que se protege y se ayuda. Se intercambian experiencias. "Hace tres noches que no pego los ojos. "¿Usa inyecciones o inhalador?" ¿Usted cuántos bombazos necesita? El diálogo puede durar minutos u horas; cada asmático es un mundo aparte, pero su historia atrae inevitablemente el interés de sus compañeros. Hasta que esa "masonería del fuelle" comienza a descomponerse. Un día vino a Montevideo un médico y dio una nota de prensa. Se había descubierto un nuevo medicamento, casi milagroso, el CUR-INHAL, hasta el punto de que ese oscuro médico del Interior fue nombrado Ministro de Salud Pública y propuesto continentalmente para el Nobel de Medicina.

Quedamos unos instantes en silencio, mirándonos unos a otros; alguien esbozó un rictus de desconcierto y alguien aprovechó para pedir una nueva consumición. Fue entonces cuando uno de los parroquianos lanzó la frase con la que titulo esta columna: "Aquí falla algo". No dudé en aseverar que eso era cierto, pero que, por el contrario, si viviéramos en otro sistema en el que en lugar de educarnos sobre todo para ganar dinero y para competir entre nosotros, nos transmitieran otros valores colectivos, unos ideales comunitarios, las cosas serían bien diferentes. A continuación me remití a las palabras finales de uno de los protagonistas del relato de Benedetti: "Hoy respiro sin dificultad y reconozco que ello significa algún progreso. Un progreso meramente somático. Claro que nunca volverán para mí los buenos tiempos".

Compartir el artículo

stats